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RAP PARA MARIO

RAP PARA MARIO No sé cómo explicarte lo que siento Ahora que estoy de lleno en mi descenso Y esto se acaba, Yo sé que esto se acaba Y no quiero marcharme dejándote una nada. Rapeo por si acaso no te gusta Leerte en mi diario y si te asusta Que en versos ajustados a la norma Tengas que conocerme. De esta forma, Que es más de calle trece que la mía, Voy a contarte, Mario, lo que un día Hiciste de este tipo desastrado, A veces caprichoso y a veces desbordado: Yo era feliz sin más, o eso creía, Dejándome llevar por la poesía, Sabiendo que era falso casi todo Y riéndome, sin más. Era mi modo Jugar a ser bufón y, entre los popes, Decir las cosas claras. Hubo golpes, Que todo hay que decirlo, golpes bajos, Que supe digerir. En mis legajos De aquellos tiempos quedaron escritos Palabra por palabra y muchos gritos. También triunfé, que no todo fue malo Y di algún que otro palo.   ¡Que bueno!   Pasados unos años, Jugando a ser oveja en el rebaño, Dejé una vida hecha, o eso creía, Hijos, un curro
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Le hablé con cierto desprecio, lo admito, de la joven poesía y se enfadó. Él, que nunca se había enfadado conmigo, se enfadó porque le dije que no tenían raíz y no dejaban poso con esas patochadas cortadas intentando simular versos o con esa modernez absurda de la micropoesía (pero si eso ya estaba inventado desde el Marcial epigramático o el mismísimo Meleagro). Un infierno sin llama siquiera es la poesía joven, le dije. Se enfadó y me dijo que debiera leer con más atención a los jóvenes, que yo también fui joven y escribía, y que no lo hacía mal. Y me dio rabia no contestarle, porque no le contesté… Es verdad que yo escribía mucho con dieciocho o veinte años, y creía entonces que lo hacía de forma más o menos aceptable hasta que publiqué mi primer libro con cuarenta y cinco tacos, un primer libro que me dejó preñadito de vergüenza ajena, mi mayor error literario, pero con un enorme resultado positivo, ya que la vergüenza me llevó a formarme con hambre, a leer con verdadera pasión tod

DÍAS DE HOSPITAL

Tener que pasar por un hospital a/por lo que sea es una experiencia agotadora que te detrae del tedío diario como un golpe en el mentón… Los nervios del viaje a medianoche, que son como un vértigo constante, la entrada que acojona al monstruo de hormigón empastichado de enormes letreros luminosos… UNIDAD DEL CANCER, URGENCIAS, MEDICINA NUCLEAR, DIÁLISIS… Y ese darte de alta hospitalaria… Luego el maravilloso igualarse por abajo en el desnudo y la bata hospitalaria que te deja suponiendo un pequeño holocuasto resumido en un ‘quedo en sus manos’ que se ajusta entre cierta fe y un miedo inexpresable. Medio afiambardo, te retiran los lazos familiares y te llevan a una soledad de seres superiores que hablan otro lenguaje que no entiendes… Fe y un miedo inexpresable, ya te digo. Y llega el tiempo de la espera (desesperante, exasperante)… Hora tras hora sin noticias junto a otros ‘sin noticias’ que poco a poco anulan la distancia, creando una pequeña comunidad que empieza con miradas y sonris

LAS JODIDAS ARTES GRÁFICAS...

Desde hace años soy propietario de una imprenta clásica a la que fui sumando con mucho esfuerzo económico nuevas tecnologías. La imprenta dio vida durante mucho tiempo a siete familias de forma directa y a otras muchas de forma indirecta, pero las distintas crisis y las nuevas formas feroces de grandes corporaciones consiguieron que al día de hoy sea solo una forma de supervivencia cargada de deudas y gabelas que no da para dar de comer a las dos personas que permanecemos trabajando a diario. Fuera de los graves impagos de clientes que nos dejaron heridos de gravedad hace unos años, hay ciertas circunstancias perversas que están destruyendo el sector con fiereza: –       Las instituciones han sustituido el papel por esa moda ‘on line’ tan fría y tan llena de dificultades para los usuarios, animados, eso sí, por el lógico furor ecológico (con el que estoy absolutamente de acuerdo), pero sin aportarnos soluciones a la pérdida bestial de negocio que ello ha supuesto (se ayuda a la banca,

Pasar de vivir a sobrevivir

Pasar de vivir a sobrevivir debe ser un trago difícil. En 2003 yo tenía un negocio boyante de puericultura y ropa infantil. Iba francamente bien y, ilusionado por aquella marcha positiva, invertía todos mis beneficios en mejorar la oferta que daba a mis clientes. Aquel año acababa de recibir todos los pedidos de temporada –hice una apuesta fuerte de compras–, tanto de ropa infantil como de puericultura, y lo pagué con todos los ahorros que había venido acumulando en los meses anteriores. Dos circunstancias negativas sucedieron a la vez: comenzó la guerra de Irak con la consecuente crisis económica y el aparato político sanitario de Castilla y León eliminó la sala de partos comarcal que había en Béjar… Me quedé con todo el material comprado y sin un clavel. Siempre fui positivo y comencé a buscarle las vueltas al trabajo, intentando acercarlo a mis gustos personales con la finalidad de sentirme algo más feliz, y, después de muchas vueltas y mucho esfuerzo, compré una imprenta a medias

SIN PALABRAS

 

Estamos en el final de un paradigma

Miro la prensa del día y me desmadejo al percibir netamente cómo evoluciona la destrucción del sistema decadente en el que nos ha tocado vivir. El capitalismo globalizado, lo dije hace mucho tiempo y lo mantengo, está en un proceso de autoeliminación que le lleva inexorablemente, tarde o temprano, a su desaparición como paradigma, produciendo eso que siempre ha supuesto el fin de las más grandes civilizaciones, que no es otra cosa que dolor, un insufrible dolor. Mirad la Historia y seréis capaces de percibir que estamos en el final de un ciclo, en el peligroso final de un ciclo par al que ya sufrieron las distintas civilizaciones imperantes en otros tiempos. Recordad, por quedarnos en lo cercano, que hubo una época en la que en España no se ponía el Sol hasta que llegó la sombra. Vivir un proceso de ruptura hegemónica es una mala suerte que nos ha tocado vivir y que les va a tocar padecer a nuestras futuras generaciones (con tristeza inabarcable pienso en mis hijos y en mis nietos), y