Y para esta resaca de tristeza quiero hoy una hermosa retórica de pieles que me lleve a lo caliente y limoso, una retórica de pechos coronados con hermosos pezones de puro chocolate prestos para la boca, una retórica de muslos jugando a columnarios con sus turgentes capiteles de carne y sus angostas selvas, una retórica de pliegues y hendiduras mojadas como peces, una retórica de nucas esperándome y de manos solares amaneciendo entre unas nalgas cálidas… El hombre espiritual se redime en lo físico, y también se sana. Así, hoy rebusco una estética que sepa procurarme reacciones intensamente físicas, una estética que me haga arder y caer en picado al mismo tiempo hasta lo corporal; ésa que procura la nata caliente después de la tensión y lo encarnado, la que derrama mientras presta el temblor. Y busco en mi cabeza un cuerpo donde hundirme sin posible escafandra, un cuerpo que amasar como se amasa el pan o los bollos maimones, un cuerpo en el que resbale la crema y se evapore… y luego dar
Bitácora de Luis Felipe Comendador