Atado como un perro atado a estos muros de piedra, a estas paredes de estuco, a estas putas máquinas que son como pistones en mi cabeza, a esta forma de hacer tan desastrada, a este micromundo insonorizado hacia afuera... Hoy llovió. Fueron cinco minutos. Yo me tiré a la calle para intentar beberme esos goterones escasos... y me dejé mojar por ellos... fue entonces cuando vi las paredes de piedra de mi imprenta desde afuera y pensé en su murmullo de posesión maldita, en ese ‘son mías’ cabrón que me amordaza y que me tiene herido... me dije: ‘¿por qué me aferro a esto, si ya conozco el fin mezquino que lo lleva?’... Una mujer entró entonces y tuve que detener mi ducha y atenderla... ‘Sí, dígame’... ‘Verá, yo llevo mucho tiempo queriendo regalarle a mi hijo un puzzle del escudo del Real Madrid, pero no encuentro, y se me ha ocurrido que ustedes, que son imprenta, pueden hacerme uno’... ‘claro que podemos hacerlo, pero el problema es el precio. Habría que hacer un troquel del
Bitácora de Luis Felipe Comendador