Ir al contenido principal

Rotular camisetas...




Rotular camisetas es un jodido autobluff, una puta cura de orgullo a ratos y un camino cierto hacia la miseria interior si no estás preparado para el trance que conlleva.
Mientras todo el miniorbe bejarano está en prefiestas, el chache (que antes uno se llamaba de esta curiosa manera a sí mismo) lleva la friolera de cinco días con sus noches pensando en vinilo térmico, suspirando por unas buenas tintas solventes, ciscándose en las cuatro referencias de transfer para impresión láser que no sirven ni para sonarse los mocos, haciendo pruebas sobre textil de algodón con mezclas, recortando logos absurdos y frases sin gracia (cuando no sin gusto), fajándose con los tres tipos de papel transportador y echando los bofes en la plancha a 180º celsius (no estoy ahorita para hacer la conversión a fahrenheit)...
Y junto a todo el paquete descrito, los ineludibles compañeros de viaje con sus comentarios absolutamente odiosos... “eso es que el papel no funciona”... “¿has probado a tostarlas a menos temperatura?”... “va a ser la presión”... “ja... no te queda ni una bien”... “yo le pondría más tiempo”... “algo haces mal”... “y mira que parecía fácil”... y ya no cuento lo de los proveedores de material, siempre con un silencio absurdo y tiznado de secreto profesional... “Mire, en las instrucciones pone 180º y 8 segundos de planchado, pero no me sale bien... ¿qué debo hacer?”... “¿es Technoprint?”... “y yo qué sé, si me han mandado el paquete a pelo y sin marca”... “si es Technoprint, debe quitar el transportador en frío... ¿lo quita en frío?”... “sí, pero no le hablo del transportador, le hablo de tiempo y temperatura”... “Ahá, debe saber que nuestros materiales responden de forma distinta según los tejido y las condiciones ambientales”... “Pero eso no lo pone en sus instrucciones”... “Claro, porque suponemos que usted ya conoce la forma de uso y el comportamiento del material”... “Pero es que no lo conozco, pues es la primera vez que lo utilizo”... “Ahá, la primera vez... y ¿cómo imprime?”... “Pues en una Xerox láser en modo etiqueta 2”... “¿Y la impresión láser le sale bien?”... “Perfecta”... “Ahá, es increíble, pues ese papel da muchos problemas en impresión láser, lo anotaré para explicárselo a mis clientes cuando me pregunten”... “Oiga, yo le compré este material para impresión láser”... “Claro, claro, y es para impresión láser”... “Entonces no comprendo nada”... “Mire es mejor que lo utilice en una impresora de tintas solventes”... “¿Pero no es para láser?”... “Claro que es para láser, pero funciona mejor con tintas solventes, porque en realidad es un papel diseñado para tintas solventes”... “Entonces, ¿qué hago?”... “No sé, pruebe hasta encontrar la forma más viable... y si funciona, le ruego que me llame y me lo explique”...
Me quedé absorto con el tipo “profesional” y volvía al punto en el que estaba, a ir inventando un proceso destrozando camisetas... una tras otra, una tras otra...
Rotular camisetas es una mierda pinchá en un palo, una pérdida de tiempo y de  dinero, una forma perfecta de sentir frustración y una de las mejores formas que conozco de pillarte el cabreo más grande de tu vida.
Eso.








Comentarios

Entradas populares de este blog

Al Canfrán a varear fideos...

Debe ser de cuando te mandaban “al Canfrán a varear fideos” o incluso de aquella mar salada de los ‘mecachis’... el caso es que siempre llevo puesto algo de casa [que es como decir algo de antes] en la jodida cabeza... y nado entre una pasión libidinosa por decir lo que me dé la gana y un quererme quedar en lo que era, que es lo que siempre ha sido... pero todo termina como un apresto en las caras, mientras el hombre de verdad dormita entre una sensación de miedo y otra de codicia... ¡brup!... lo siento, es el estómago que anda chungo... y tengo ideología, claro, muy marcada, y la jodida a veces no me deja ver bien, incluso consigue que me ofusque y me sienta perseguido... a veces hago listas de lo que no me gusta y de los que no me gustan... para qué, me digo luego, y las rompo... si al final todo quedará en lo plano y en lo negro, o en lo que sea, que al fin y al cabo será exactamente lo mismo... es por eso que hay días en los que me arrepiento de algunas cosas que he hecho, casi t

Los túneles perdidos del Palacio Ducal bejarano.

Torreón del Palacio Ducal con el hundimiento abajo. De chiquitillo, cuando salía de mis clases en el colegio Salesiano, perdía un buen ratito, antes de ir a mi casa, en los alrededores del Palacio Ducal bejarano. Entre los críos corrían mil historias de pasadizos subterráneos que daban salida de urgencia desde el palacio a distintos puntos de la ciudad y nos agrupábamos ante algunas oquedades de los muros que daban base a los torreones para fabular e incluso para ver cómo algún atrevido se metía uno o dos metros en aquella oscuridad tenebrosa y estrecha. Ayer, en mi curioso pasar y por esa metichería que siempre tenemos los que llevamos el prurito de la escritura, escuché durante el café de la mañana que se había producido un hundimiento al lado de uno de los torreones del Palacio Ducal y corrí a pillar mi cámara y me acerqué hasta el lugar. Allí, bajo el torreón en el que se ha instalado una cámara oscura hace un par de meses, había unas protecciones frugales que rodeaban un aguj