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Hubrecht Duijker


Hago balance positivo porque hoy me duele terriblemente la cabeza, justo desde que desperté, y ni las aspirinas –ya van tres– me atenúan el latido cabrón en mi sien izquierda.
Hasta el día de hoy he dado lo que he sabido dar... sonrisas animosas, algún poema con ganas de decir o de gritar, mentiras amables buscando armonía, silencios cómplices... Me ha gustado siempre compartir lo que he poseído y regalar lo que entendía que podría ser más felicidad en otros que en mí. He compartido penas y las he escuchado aunque no me tocasen, he intentado recibir y despedir, acoger y atender a todos mis invitados como mejor he sabido... He rectificado cuando sentí que el error era mío y he pedido disculpas por ello siempre, he intentado ser justo con todos los que me rodeaban y sé que por ello he conseguido enemigos menores y odios absurdos... También he intentado decir la verdad en los asuntos importantes, y siempre lo he hecho de forma pública y sin dobleces –por ello me han acusado a veces de ser contradictorio, cuando no de otras cosas peores que no caben en mi boca–, he sido contradictorio siempre y nunca me he arrepentido de ello.
Sin embargo, siento cierto sabor a fracaso en mi boca, y es una sensación triste, porque me lleva a entender que lo que fui no ha servido para nada, y lo que seré está más cerca de la derrota que de la vida.
No he sido bueno, pero tampoco malo... En fin, que busco soledad y quizás muerte donde otros buscarían compañía y descanso.
Me duele jodidamente la cabeza y siento que estoy un poco más vivo que ayer, pero más triste.

[CARL GUSTAV JUNG: Incluso una vida feliz comporta cierta oscuridad y la palabra feliz perdería su sentido si no se viera compensada con cierta tristeza.]

El jodido baile de los contrarios que deben jugar a equilibrarse para ofrecer armonía. ¿Por qué no somos capaces de idear un absoluto que funcione en lo experiencial? Ser simplemente feliz y dormitar toda una vida con una sonrisa floja.. hasta morir con ella puesta... Claro, no sería natural sentir gozo si no existe la sensación de fracaso para darle valor.
Vaya.

(23:19 horas) Anoto mail entrañable de Manuel Moya –qué ganas tengo de recuperar a este tipo maravilloso y olvidarme un poco de mi proyecto empresarial–, y llamada a Mari Sol para preguntar por el compañero Cipriano González –¡fuerza, compañero... y tantas ganas de vivir como tú sabes tener!

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