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Piensan que los burros somos los demás mientras rebuznan.


Visita entrañable de Fernando Rodríguez de la Flor, Fabio y Manuel Ambrosio… temas medio cerrados con cierto éxito, comida molona con fondo “ADSL”, risas, charla y buen rollo general.
Me agrada mucho recibir a amigos como ellos.
(22:39 horas) Ya tranquilo, después de despedir a mis amigos, pienso en unas palabras que me dijo Fernando durante la comida: “Cuando le cuento a algunas personas del mundo de literatura de Salamanca que estoy contigo en el proyecto sobre Aníbal Núñez, no ponen muy buena cara…”. ¡Joder!, qué le habré hecho yo a esos tipos que ni siquiera conozco –ellos parece que a mí sí me conocen–. No salgo apenas de esta cueva desde hace un montón de años, apenas me relaciono más que con mis amigos; si colaboro en algún proyecto literario, siempre lo hago fuera del ámbito salmantino, ya hace mil años que no hago crítica literaria ni escribo en la prensa provincial [tampoco la leo, aunque me consta que de vez en cuando se hace ecos de mis contados movimientos en otras provincias].

¿Qué sucede? Me agrede el alcalde salmantino en prensa con memas declaraciones para atacar a Premysa [no se mete el tipo con don Mariano Rodríguez, con el señor Batanner o con el señor Hidalgo, que son también patronos de esa fundación y además la sostienen con pelas], se me ha negado el pan y la sal en los ambientes universitarios hasta hace bien poquito [yo nunca pedí nada a la Universidad de Salamanca, aunque sé que trata de forma muy distinta a otros escritores]; nunca se me invitó a participar en eventos literarios capitalinos a pesar de mi trayectoria [y no digo que sea magnífica, pero es digna por comparación tanto en el capítulo de la creación, el de la edición y el del activismo cultural.
¿Por qué esa inquina sin haberme visto jamás ni haber hablado conmigo? ¿Es que hay alguien empeñado en hacer mala prensa de mi nombre, mi persona y mi escritura? ¿Hay envidia quizás? ¡Es la hostia!
Un tipo como yo, sentado a solas siempre en el culo del mundo, sin poder conocido que afecte a otros literatos, sin espacio mediático de expresión en el que vaciarme, sin batuta institucional alguna… Sí, digo lo que siento y cómo lo siento en estas páginas desde hace años [casi nada de Salamanca, de la que sólo he escrito cuando alguien como el impresentable Lanzamierdas me ha agredido sin razón]. ¿Qué cojones les he hecho yo a esa pandilla de culos planos? Si, además, nadie reseña mis libros aunque aparezcan en editoriales como Visor o DVD, no salgo en los suplementos culturales establecidos, no se venden mis libros, coño… ¿de dónde esa inquina?
Me alegra, en todo caso, que esos tipos sepan que existo y se tomen la jodida molestia de valorarme… Oye, o a lo mejor es que saben que sé cómo se mueve la pasta gansa de la cultura de los bolsillos de unos a los de otros y viceversa… que sé lo que se cobra por 30 minutos de contar gilipolleces en seminarios y congresos… que sé cómo se reparten galardones y plazas de jurado… Yo qué sé…
Su mal es que sigo trabajando cada día en solitario, que he conseguido un espacio de autogestión que ellos no tienen, que voy por libre y digo lo que me sale de mis exactos cojones. Y eso, a lo mejor, es lo que les duele.
Esto es una carrera de fondo para la que estoy bien entrenado [hago abdominales con el cuello durante tres horas cada noche].
Quizás les joda, acaso, que nunca pierdo la sonrisa.
Besos.
De Tontopoemas ©...

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