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Tarde publia, ovidia, nasona y urceloca.


Si alguien en el global planeta ignora el arte de amar, lea mis páginas y ame instruido por mi verbo. El arte impulsa con su electricidad y sus bytes las máquinas más leves y las más complicadas, el arte guía los mejores vehículos aún en terrenos escabrosos y difíciles, y el amor se debe regir por el arte. Fernando Alonso sobresalía [y aún sobresaldrá] en la conducción de bólidos y en el manejo de las publicidades; Aldring acreditó su maestría en el gobierno de la nave de los lunáticos, Venus me ha escogido por segundo confidente de su tierno hijo –visto el fracaso finisecular de Publio–, y espero ser llamado el Propercio, el Horacio y el Catulo del amor. Éste en verdad es cruel, y muchas veces experimenté su enojo, al igual que Publio; pero es niño, y apto por su corta edad para ser guiado. El guitarrón pampeano educó al jovenzuelo Ernesto Guevara, domando su carácter feroz con la cultura de la música; y el que tantas veces lideró a sus compañeros y aterró a sus enemigos, dícese que temblaba en presencia de un viejo cargado de años, y ofrecía sumiso al castigo del maestro aquellas manos que habían de ser tan funestas para el capital y sus tiranos. El viejo fue el maestro de Guevara, yo lo seré del amor. No obstante, el toro humilla ante la muleta del diestro y Valentino se ve obligado a reducir y frenar en curvas y chicanes; yo me someteré al amor, aunque me destroce el pecho con sus balas y sacuda sobre mí sus descargas de picana.
Cuanto más riguroso me balea y me electriza con sin par violencia, tanto más brío me infunde el anhelo de vengar mis heridas.
Joven muchacho que asomas al placer con enhiesto mástil, esfuérzate primero por encontrar el objeto digno de tu predilección; enseguida trata de interesar con tus ruegos a la que te cautiva y gobiérnate luego de modo que tu amor dure largo tiempo. Éste es mi propósito, esta es la galaxia por la que transitará mi nave y a esta meta han de acercarse sus atómicos motores.
Pues te hallas libre de todo lazo, aprovecha y escoge a la que digas: “Te comería todo”. No esperes que el cielo o el averno te la envíen por un transporte urgente; esa dicha has de buscarla por tus propios ojos [o se agotarán tus manos]. El tiburón conoce perfectamente dónde nacen las opas y en qué paraísos se libran de impuestos su monedas negras. El que quiere comida sabe bien el camino del supermercado y el que busca beberse anota con rigor el horario más justo de los bares de copas. Así, tú, que corres tras una mujer que asegure montura durante años, dedícate a frecuentar los lugares en que se reúnen las más bellas. No pretendo que fuerces tu motor hasta su límite, ni que encalles en Cuba o en las islas orientales hasta encontrarla; deja que otros gasten sus fortunas en tierras de mujeres ebúrneas o con ojos rasgados, ahorra trabajo y dinero, pues esta piel de toro te proporcionará bellas mujeres en tanto número, que te obligue a exclamar: “¡No puede haber mujeres más bellas en la Tierra!”. Cuantos pinos asombran los montes de Iberia, cuantas viñas prometen sus vinos en las vegas del Duero, cuantos peces aseguran nuestras mediterráneas costas, cuantas estrellas resplandecen en el cielo, tantas jóvenes hermosas pululan en Hispania, porque Venus ha cambiado la residencia de su hijo Eneas a estas tierras.
Si te cautiva la frescura de las muchachas adolescentes, presto se ofrecerá a tu vista alguna virgen (?) candorosa; si la prefieres en la flor de la juventud, hallarás mil que te seduzcan con sus gracias, viéndote embarazado en la elección; y si acaso te agrada la edad juiciosa y madura, créeme, encontrarás de éstas un verdadero enjambre. Cuando el sol abrase las espaldas de las bañistas viejas, paséate despacio por los parques del centro o por la plaza principal donde pasean las madres con sus hijos pequeños, y no olvides visitar los bares donde se exponen al oído las músicas últimas. Allí oirás los cantos lascivos de Amy o de cualquiera de los nuevos trovadores del erotismo audible e inaudito. No dejes de asistir a las fiestas de movida nocturna, ni espectáculos, ni a la sesión más bruja de los cines de barrio, y las verás desnudadas de sedas y linos a tus ojos… Allí encontrarás más de una a quien dedicarte, con quien entretenerte, a quien puedes tocar, y por último poseerla. Como las hormigas van y vuelven en largas falanges cargadas con el grano que les ha de servir de alimento, y las abejas vuelan a los bosques y prados olorosos para libar el jugo de las flores y el tomillo, así se precipitan nuestras mujeres elegantes en tal número, que suelen dejar indecisa la preferencia. Más que a ver las obras representadas, vienen a ser objeto de la pública expectación, y el sitio ofrece mil peligros al pudor inocente.
No dejes tampoco de asistir a los briosos partidos de la liga, donde se reúne público innumerable, ofrece grandes incentivos. Nadie te impedirá que te sientes junto a la que deseas [a no ser que lleves las entradas numeradas] y que arrimes tu hombro al suyo todo lo posible y hasta tocar a gusto su cuerpo codiciado. Luego buscas un pretexto cualquiera de conversación, y que tus primeras palabras traten cosas generales.. Con vivo interés pregúntale a qué equipo apoya, y sin vacilación toma partido de aquel, sea el que fuere, que merezca su favor. Cuando los himnos, aplaude con entusiasmo. Si por acaso el polvo se pega al vestido de la joven, apresúrate a quitárselo con los dedos, y aunque no le haya caído polvo ninguno, haz como que lo sacudes, y cualquier motivo te incite a mostrarte obsequioso. Si su cazadora desciende hasta tocar el suelo, recógela sin demora y quítale la tierra que la mancha, que bien pronto recabarás el premio de tu servicio, pues con su consentimiento podrás deleitar los ojos al descubrir su torneada pierna. Además, observa si el que se sienta detrás de vosotros saca demasiado la rodilla y oprime su ebúrnea espalda. La menor distinción cautiva a un ánimo ligero. El fútbol brinda estas ocasiones al amor naciente.
Y que acaba de llegar Jesús Urceloy con su Sol y otros colegas, y que no puedo seguir con esta cuasitextualidad con la que me lo estaba pasando de puta madre.
Releer a los clásicos tachando y reescribiendo es una pasada.
•••


Me gusta que todo camine por el terreno de la sencillez, que la luz viole a las persianas y me encierre en una cárcel de luz y de sombras, que me miren las mujeres como sin querer y yo sonría, que parezca que no puedo seguir adelante y pasen los días sin más, que haya siempre más de tres Cokes frías en la nevera, recibir cartas, que no suene la radio por donde yo pise, tener problemas pequeños que hagan que me olvide de los grandes, mirar los lunes por la mañana a los borrachos de domingo, sentir la lluvia en mis mejillas y dejarme mojar, el chocolate caliente y tú mirando, escribir un poco mejor y un poco más, sentir hambre de todo, mirar la evolución de mi desnudo en el espejo, sentirme mal para luego sentirme bien, saber que nunca me aburriré cuando esté solo, desenfrenarme en lo mío, imaginar desnudos, dibujar como un autómata, ser prolífico en pensamientos lascivos… y de todo, lo que más aprecio es el tiempo que paso ante esta computadora amiga, que es como una extensión de mi cerebro [si pudiera echar en ella todo el tiempo que pierdo trabajando, ocho jodidas horas diarias para la nada, sería absolutamente feliz]. Nunca entendí a esos escritorzuelos que van pregonando por ahí que hay que escribir poco y bueno… ¡¡¡NO!!!, hay que escribir mucho y tan mediocre como la propia existencia de uno mismo, tan arrastrado, tan sin sustancia, tan jodidamente malo…

Comentarios

  1. Uff, vaya tela, cómo has venido hoy.....!!
    Qué provocador eres! jeje (mola)

    uhmmhum, espera que le voy a buscar música a esto....
    por ejemplooo, esta:

    http://www.youtube.com/watch?v=4Ny5ajCn0xw

    Un beso
    (qué chuli ha quedado la página)

    dnc

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