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Sobre el socialismo democrático.


El socialismo democrático al que pertenezco por ideología [que por principio no es revolucionario, pero tampoco es esa socialdemocracia de libre empresa] se basa en la intervención pública en la economía y en el control del sector privado, lo que exige un presupuesto muy medido de ideas claras sobre las que hacer política. Y es en esto en lo que parece que Jesús Caldera tiene que abrir trochas nuevas.
Mi percepción del asunto, mi percepción de tipo escondido en el culo del mundo al que solo le arañan un poquito las circunstancias políticas reales, es que se debe trabajar fundamentalmente en política social sin poner excesivos acentos en las falsas igualdades [esas que no existen por fisiología], esos acentos que hacen que las balanzas cambien de sentido de forma artificial [me refiero a la cuota femenina, por ejemplo, o a la igualdad de oportunidades en los casos de minusvalía…], y que nadie me mire mal y lea bien, que me estoy refiriendo a las ‘situaciones forzadas de forma artificial’, ésas que pueden traer en sí mismas opciones de injusticia a la contra.
Creo que el futuro del socialismo debe caminar, a grandes rasgos, por los caminos de la protección de las personas en todos sus ámbitos [salud, educación, trabajo, vivienda, igualdad tomada como no discriminación –ni negativa, ni positiva–], control de la economía con intervenciones en la banca [creando bancos sectoriales participados por el Estado y armando una estructura crediticia que se ajuste con razón y justicia a los diversos grupos sociales y a sus economías]; controlar el sector privado, especialmente el que contiene potencia de variar sensiblemente el decurso económico y/o el social [vivienda, transporte, nuevas tecnologías, combustibles orgánicos e inorgánicos, materias primas de uso básico en alimentación o similares…], marcando precios máximos y mínimos, así como escandallos de beneficios permitidos, producción con relación a un consumo natural y no forzado, gestión de reservas y fomento de la investigación participada por lo público siempre; trabajar en una ley de enseñanza nueva y moderna basada en procesos intuitivos y que propicie individuos capaces de gestionar información [no de acumularla] con criterio propio, de tal forma que nuestros muchachos y muchachas cumplan unos mínimos de actitud y aptitud crítica que les propicie salir al mundo del trabajo con ideas propias y no con prediseños materiales vacíos; propiciar el manido ‘mundo sin fronteras’ en el que cualquier hombre pueda acceder por sus valores y capacidades a participar en nuestra sociedad sin barreras de sexo, raza, religión, procedencia o ideología; conseguir que el hecho religioso se encierre en lo individual como opción libre y que ninguna sensibilidad espiritual sea patente social o política ni, por supuesto, suponga discriminación o patente de corso; trabajar por el pleno empleo y trabarlo en pautas de idoneidad por formación y por pericias, propiciando la igualdad de sueldos y evitando que la ventaja genética suponga un beneficio de quien la posee [pagar por responsabilidad y por resultados está bien, pero también hay que igualar el pago de las horas de trabajo común en todos los sectores, estableciendo máximos en términos de vida desahogada –sin llegar a la inmoralidad– y mínimos en términos de vida digna; proteger la cultura y la ciencia como un valor de Estado, procurando que llegue a todos por igual y protegiendo a las grandes mentes para fomentar su creación con medios y tiempo [trabajar para eliminar las mafias culturales y científicas, que fundamentalmente llegan del medio universitario, y propiciar que sea el Estado quien gestione íntegramente los medios y los mimbres de la cultura y la ciencia]; proteger con decisión a las minorías débiles, fomentando su participación y su bienestar sin que ello suponga discriminación al resto de la sociedad hábil; potenciar las nuevas tecnologías y las energías limpias, apoyándolas con firmeza y castigando con dureza el mal uso de los recursos energéticos y sus efectos sobre el medio.
Para todo ello sería preciso que el socialismo democrático formase a sus cuadros con severidad y con empeño, y siempre en base a una ideología muy elaborada, con fines concretos y perfectamente medidos y también con disposición a dar participación en la gestión, el diseño y la toma de decisiones a personas con capacidad demostrada e ideologías distintas; que se trabajase en la concordia y en una política de brazos abiertos que hiciera de las legislaturas comunidad unida y no guerra abierta.
Ayuda mucho a comprender la posibilidad de futuro el excelente trabajo “De la esencia y valor de la democracia”, del admirable Hans Kelsen [publicado en castellano por ‘KRK pensamiento’], en el que se averigua que puede existir una buena democracia [a pesar de que Kelsen expresa con claridad que “solo desde la ingenuidad o desde la hipocresía puede pretenderse que la democracia sea posible”, lo que nos da una idea del extremo utópico que conlleva tal sistema] si se trabaja en parámetros de realidad y se da la condición de imprescindibles a los partidos políticos, si se cuenta con la figura del Parlamento como clave irrenunciable de gestión y legislación, si se eliminan totalmente los privilegios y la impunidad, si se fortalece el concepto y la práctica del referéndum y si se respeta la iniciativa popular [¿demasiadas cosas que deben concurrir, no?]. Propugna también H. K. que para llegar a un entendimiento positivo debe contarse con “una sociedad relativamente homogénea desde el punto de vista cultural y, en particular, una misma lengua” [es curioso, como poco]. También insiste con cierta vehemencia en que la ley debe ser administrada excluyendo la influencia de los partidos políticos [piénsese en la situación actual] y en que ha de diferenciarse netamente entre la igualdad impuesta [que lleva a la dictadura] y la libertad [entendida desde su punto de vista liberal, que no comparto, pues creo firmemente en que se puede usar el control político para llegar a una alta cota de igualdad sin la necesidad de llegar a lo totalitario y a la falta de libertad]… me gusta, sobre todo, cuando dice que hay que hacer caso a las minorías porque no están absolutamente equivocadas.
Visto el asunto desde la sobresaliente mirada de Kelsen, queda claro que los partidos deben batirse en el terreno político aceptando las condiciones del sistema y mejorándolo, siendo exquisitos en el cumplimiento de esas condiciones y aceptando, en su caso, el que otras ideas sean las imperantes, lo que no quita para estar bien armado ideológicamente y poder así tomar el poder de la mano del pueblo [cuando éste así lo decida] y poner en marcha de inmediato todo el mecanismo ideológico amparándose siempre en una voluntad de consenso, diálogo positivo y colaboración leal.
•••
Lo que no sé aún es cómo de pronto me ha salido una suerte de ponencia política, yo, que hoy me he cruzado con un perico que me ha dicho “Adiós, Antonio”, con otro que me ha enseñado una tarjeta de boda mientras me explicaba como con dolor que se tendría que hacer un traje, otro que me ha saludado a voces desde su partida de cartas y con un copazo en la mano, otro que me ha rogado que no fume por el bien de mi salud, otro que me ha ofrecido su inestimable apoyo en el proyecto de escuelas africanas, otro que me ha recomendado no pagar los recibos de una máquina que me está dando mil dolores de cabeza en el taller, otro que me ha llamado para decirme que nos han vuelto a entrar en el local de MPDL de la calle Colón [fui a verlo y nos habían roto la cerradura y el tirador de madera, además de mearnos la puerta de lado a lado, nada más; otro que quiere que le publique un libro con sus cosas [y que lo pague yo, jajajajajajaja], otro quejándose de lo mal que van las cosas… ¿Cómo cojones me ha salido la perorata política?
No sé.


Comentarios

  1. Lo que dices no tiene algo que ver con el "revisionismo" de Bernstein?

    Y por ejemplo, puede existir el verdadero socialismo (democrático) dentro de una monarquía? (aunque sea parlamentaria)

    Uff, yo q sé... ojalá se pudiera hacer todo eso que dices, pero mucha reforma veo yo ahí...

    dnc

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  2. Podría ser, pero el revisionismo está ligado a la socialdemocracia, y ya advertí al principio de mi entrada que no van por ahí mis tiros.
    Revisionismo, sí, pero no en el ámbito de la libre empresa, ni en la teoría de castrar esa gran ideología que fue el comunismo.
    El socialismo democrático bebe de las ideas fundamentales del marxismo, pero las ha modificado con pautas de modernidad y de serenidad social.
    A mí me gusta una izquierda que sea de verdad izquierda, pero sin el marbete de la sangre y la involución y sin las chorradas de saberse derrotados hasta el punto de salirse de la realidad diaria de los hombres y el mundo.
    Eso sí, quiero que haya ideología hasta en la sopa, eso me parece muy importante.

    Beso

    ResponderEliminar
  3. Se acabaron el comunismo y socialismo marxista, el neo-liberalismo capitalista produce lo que produce. ¿Cual es la alternativa? Yo creo que hay que inventarse cosas nuevas. Diría que sobre la base de un humanismo entendido de forma parecida al Renacimiento, pero estamos escasos de ideología, muy escasos. Cualquier teoría política lleva aparejada una teoria económica (¿?), ahora vivimos de las rentas ideológicas de hace dos siglos. No me gustan los nombres de izquierdas y derechas, se han quedado desfasados, los partidos que se autodenominan "de izquierdas" son también neo-liberales y no cuestionan el sistema, siendo ésta una cuestión caraterística por esencia de la tradicional izquierda: la rebeldía, el inconformismo.
    Sólo sabemos de dónde venimos, no hacia dónde vamos. No hay tiempo de filosofar, de debatir, vivimos en un mundo tan veloz y tan escaso de debate...
    El hombre es un animal político. No admito que la gente diga que es "apolítica". Nadie lo es. Otra cosa es que uno-a no se sienta identificado siempre y para todo con un determinado partido, pero se tiene opinión sobre las cosas; el que no la tenga es que está acabadito del todo.
    Vaya serios que nos hemos puesto hoy. Se puede ser serio y a la vez tener sentido del humor, ¿no?, imprescindible para sobrevivir.
    Me he pasado hoy, lo siento, LF censura lo que quieras.
    Aunque ponga anténez soy la guapa, ele, cosas del blog.

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  4. Guapalú pseudoantúnez, me haces comulgar contigo algunas veces, y ésta es una de ellas. Yo sí quiero rebeldía e inconformismo, además de esa ideología tan necesaria y su consecuente y constante debate, y por eso me encanta decir que soy de izquierda.
    También sé de dónde vengo [eso me marca mucho] y tengo tan seguro hacia dónde voy, que ya tengo encargada una caja de mi talla para no estar demasiado incómodo, que soy grandón y me gusta dormir de lado.
    Mi seriedad es solo de boquilla, siempre... y todo lo contrario.

    Un beso, Gu.

    ResponderEliminar
  5. Pero cómo te voy a hacer comulgar si la última vez que yo lo hice fue en 1965, el día de mi primera comunión.
    Coincido contigo en lo del estado laico, esto es importantísimo porque la religión es y ha sido a menudo la excusa para separar y dividir; incluso guerrear (en el peor sentido de la palabra). Sin embargo, a mucha gente le sirve de asidero para su "felicidad", hay que respetar las opciones individualmente.
    Pues hala, sigue dándole al coco y así invitas a las neuronas de los demás.
    ¡Ah! Lo del proyecto de caja mortuoria es algo excesivo, sobre todo porque con la edad menguamos a lo alto, así que cuando "pases a mejor vida" te va sobrar por arriba o por abajo. En fin.
    Besitos.
    GUADALUPE

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