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Pola Paris... Fernanda...


Después a Oliveira no le pareció extraño que Pola se mostrara perversa, que fuese la primera en abrir el camino a las complacencias, que la noche los encontrara como tirados en una playa donde la arena va cediendo lentamente al agua llena de algas. Fue la primera vez que la llamó Pola Paris, por jugar, y que a ella le gustó y lo repitió, y le mordió la boca murmurando Pola París, como si asumiera el nombre y quisiera merecerlo, polo de París, París de Pola, la luz verdosa del neón encendiéndose y apagándose contra la cortina de rafia amarilla, Pola París, Pola París, la ciudad desnuda con el sexo acordado a la palpitación de la cortina, Pola París, Pola París, cada vez más suya, senos sin sorpresa, la curva del vientre exactamente recorrida por la caricia, sin el ligero desconcierto al llegar al límite antes o después, boca ya encontrada y definida, lengua más pequeña y más aguda, saliva más parca, dientes sin filo, labios que se abrían para que él le tocara las encías, entrara y recorriera cada repliegue tibio donde se olía un poco el coñac y el tabaco.”.

La vi, no sé si poniendo un café o estirándose... quizás me lo imaginase... pero en la memoria me ha quedado prendido que la vi y que sentí cómo las arruguitas de la piel de abajo se estiraban y me poseía cierta emoción de muchachino. Yo había vuelto de las tierras rojas de Karatu, del volcán de los gorilas de lomo plateado y de la gris Mangola... por el camino había dejado vómitos y miedos pequeños, alguna diarrea y esa pasión infantil por el universo Quatermain [que se desató en la falla del Riff, justo en el maldito Río de los Mosquitos, con sus bandoleros tatooga vestidos de negro impoluto y aquellas mujeres chaga con turbante y hatillo a la espalda]... creí que ya nada me sorprendería, y menos una mujer [no en vano había conocido a la diosa etíope de Gorfan en su hoteli de olores y risas limpísimas]... pero quedé hecho un tumulto al verla como un gesto de Klee o un tumbado Lempicka... y el asombro se me quedó marcado en las pupilas como una memoria distinta a la que se cocina dentro de la cabeza... y con ese asombro, siempre, también, el ruego a Juanito de que parase el auto... y aquella violencia de espasmos que me hacía arrojar bilis en el arcén de arena.
Me prometí encontrarla alguna vez y pedirle que viniese conmigo a recorrer Europa, que seríamos como dos clochards desinteresados por el mundo, amándonos en las esquinas de las calles más estrechas, bajo cualquier lluvia o sobre cualquier piedra... y jugar a perseguirnos o comernos un helado a medias en un banco de un parque con sombra de árboles... Pola París me la ha traído de nuevo, como abriendo una puerta escamoteada a la pared del tiempo.
En fin, uno está hecho y, entre las malas costumbres que acumulo, faltar a mi palabra es asunto común, normal y cotidiano... y solo en la lectura voy encontrando esa crema perdida hecha de campanilla y uvas frescas.
Pola París no puede ser jamás, ya, nunca... pero quizás la Maga sí, quizás la Maga espere en algún lugar cierto con su carne y sus ojos dispuestos, con su gesto de almohada y su risa da Vinci, con su “tardaste en llegar... te esperaba...”.
Hoy confieso con cierta vergüenza que estoy mezclando dos bebidas de letras que quizás sean la bomba cuando la ebriedad llegue... mi Maga se entrecruza con la Fernanda de García Márquez...

La primera vez que se vieron a solas, en los prados desiertos detrás del taller de mecánica, él la arrastró sin misericordia a un estado animal que la dejó extenuada. Tardó algún tiempo en darse cuenta de que también aquella era una forma de la ternura, y fue entonces cuando perdió el sosiego, y no vivía sino para él, trastornada por la ansiedad de hundirse en su entorpecedor aliento de aceite refregado con lejía.”.

Ya digo... la vi poniendo un café o estirándose... aunque quizás solo me lo imaginase... y hoy vuelve como una tundra de allá, verde y estallando de pétalos, llena de un aroma denso que emborracha y deshace.
En fin...
Aún hay reinas y damas en las fiestas locales de por aquí, aunque no quedó ni un mancha de nieve en las cimas de enfrente... son 37 grados los que marca el termómetro ahora mismo.
Tengo sed.
Bebo Coke.
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La cosa sería, para que lo entiendan los cinéfilos no lectores, como mezclar a la Charlotte Rampling de "The Nigth Porter" con la diosa oriental Maggie Cheung de "In de mood for love"... una auténtica bomba de sensaciones... mmm

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Va por MZL



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Magnífico hoy Javier Cánaves en su blog:
http://tucitadelosmartes.blogspot.com/2009/07/vamos-hablar-de-poesia.html
Suscribo cada una de sus palabras y las copia aquí con su permiso:

MARTES 21 DE JULIO DE 2009

Vamos a hablar de poesía


"Vamos a hablar de poesía, saquen sus guantes. (Si a usted no le interesa, es el momento de abandonar el artículo, no se lo tendré muy en cuenta). Cada vez me gusta menos la poesía, o quizá debería decir que cada vez me gusta menos todo lo que la envuelve. Pero también es cierto que día a día me alejo de ella. Mi querida y vieja y puta poesía. En ella, al menos en España, se produce una descompensación terriblemente molesta: mucho ego pocas veces respaldado por una obra potente o al menos digna. La poesía se ha convertido en refugio de mediocres, cuando debería ser todo lo contrario. Es como si la gente pensara: bueno, no sirvo para nada, solo se hacer el chorras, pero puedo escribir cuatro líneas, pegar algunos gritos y decir que soy poeta. Y la peña les da cancha. Joder si les da cancha. Los poetas me cansan. Sus discursos afectados, rompedores (o supuestamente rompedores), sus ínfulas, sus ingeniosidades, etc. El diletantismo llevado a cierto punto se convierte en vacío o gilipollez, según el caso. Luego tenemos a los que se quedaron en el siglo diecinueve. Y a los que van de filósofos, tan plomazos. Por no hablar de los iluminados que se auto erigen salvadores o renovadores o matadores, mero marketing. Ahora se lleva que los poetas no lean poesía. Es más: ahora se lleva que los poetas presuman de no leer poesía. No hay verdadero amor por la poesía. Sé que hablo como un viejo. Tal vez esté viejo para según qué chorradas. No sé lo que es la poesía, ciertamente, pero intuyo lo que no es."

Gracias, Javier, por ser tan luminoso.


Comentarios

  1. Magnífica película nos has dibujado hoy.Y con una banda sonora excepcional,a la altura de la mejor música de películas.Lástima que de un tiempo hasta hoy,las historias de amor tan deliciosas como estas tres, ya no interesen a casi nadie.¿Siguen siendo malos tiempos para la lírica?

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