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Franz Moor :: fábulas del descendimiento / 1 ::


Fue mirar a Franz Moor y saber que el rostro encierra toda la ignominia del alma. Ya me lo había avisado Shiller una tarde de octubre en la que nos tomábamos unas tazas de ponche en The Punchbowl, una tabernita de la discreta calle Farm Street, en el barrio de Mayfair londinense: “te asustará conocerlo, Luis, pero es imprescindible que tengas esa experiencia para comprender al personaje orquestal que estoy creando para mi próxima obra, un tipo al que no trataré de forma alguna como un ser humano”.
Recuerdo que aquella tarde tuve la impresión de no pisar la tierra firme mientras los ojos de Franz se enfrentaban a los míos.
Llovía mansamente y los estorninos se refugiaban en los álamos.

[LA INDIFERENCIA :: No implicarse en algo lleva a un estado cabrón desde el que se puede manipular a los demás con desprecio, cinismo e indiferencia, pues quienes no se implican, se autositúan fuera de cualquier escenario para manejar a los personajes que lo habitan. El tipo indiferente jamás tendrá sentimiento de culpa o de fracaso, pero tampoco podrá gozar de la hermosa capacidad de sorpresa que suele llenar el alma de quienes ‘hacen’… lo más dañino del indiferente es su visión plana del mundo que le rodea, ya que no actúa sobre las diferencias o las injusticias y es absolutamente permisivo con cualquier circunstancia que no le afecte, sea del tipo que sea y suponga el daño que suponga a sus cercanos… la desventaja del indiferente es que necesita de los demás para poner en práctica su labor de desprecio activo y su capacidad de herir… y en el extremo del no implicarse vive siempre la agresión, la tortura, los abusos en todo su extenso catálogo y hasta los más viles asesinatos.]

Comentarios

  1. Describes al "indiferente-inactivo-criticón" de maravilla.

    ¡Qué asco me da!

    Un beso.

    Soledad.

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