Ir al contenido principal

Porlan, Morante y Botas... ¡Vaya tarde!

José Luis Morante
Después de la batalla [ésa conmigo mismo que libro cada día] leo por segunda vez a Alberto Porlan, un poeta magnífico que me llega y me enseña lo que se debe hacer [recomiendo por segunda vez su libro “País”, una pasada para mi gusto]... y como tengo hambre de palabras, que son ya varias semanas dedicadas al trazo y solamente al trazo, vuelvo a pillar con calma el “Mapa de ruta” de mi amigo del alma José Luis Morante, y llego sin querer a ese poema que lo resume todo, el poema global que compendia a José Luis y a cada hombre, ‘Causas y efectos’... 
Alberto Porlan
El centro del silencio me ha enseñado / a aceptar como un juego que la vida / es una sucesión aleatoria de causas y efectos / sobre las dunas de la realidad. / Aparecen las causas simultáneas, / inflexibles, anónimas, / y los efectos manan disueltos en los días, / con cauce renovado y variable, / cuyo curso ninguna voluntad puede eludir. // Cada mañana tiene leyes propias. / Es al azar la fórmula cifrada / que descubre sus vínculos. / Un extraño rumor nos configura, / encubre quiénes somos, quién seremos. // Causas y efectos pasan, se suceden. / Articulan el tiempo. Y eso es todo.”... y me araño en el brazo para ver si es posible que esté vivo, que haya algo capaz de aminorar el tedio de todo este pasar tan azaroso. 

Víctor Botas
Leer a mi Morante me ubica en el lugar exacto en el que estoy [y también en el que estuve], me hace sentirme apenas uno más, pero tan grande... y ya puestos, que la tarde me devino prestosa, pillé con ganas el ejemplar de “Historias con Historia”, de Víctor Botas, que hace unos días me llegó de la mano de Paulina Cervero, su viuda rebonita con voz de contralto y todo acelerado [a ella le deseo lo mejor, que sé que anda en movidas puñeteras de enfermedades cercanas]... y penetro en el clásico más puro de la poesía mejor hecha en el final del siglo XX: la poesía de Víctor [leo como diez veces el poema “Estás entre las cosas que me acechan”... un maestro, uno de los grandes poetas del siglo, definitivamente].... y así la tarde se me ha ido en aprender muchísimo de tres autores mágicos con cierto nexo de unión... Porlan, Morante y Botas... ¡Vaya tarde!


Comentarios

Entradas populares de este blog

Al Canfrán a varear fideos...

Debe ser de cuando te mandaban “al Canfrán a varear fideos” o incluso de aquella mar salada de los ‘mecachis’... el caso es que siempre llevo puesto algo de casa [que es como decir algo de antes] en la jodida cabeza... y nado entre una pasión libidinosa por decir lo que me dé la gana y un quererme quedar en lo que era, que es lo que siempre ha sido... pero todo termina como un apresto en las caras, mientras el hombre de verdad dormita entre una sensación de miedo y otra de codicia... ¡brup!... lo siento, es el estómago que anda chungo... y tengo ideología, claro, muy marcada, y la jodida a veces no me deja ver bien, incluso consigue que me ofusque y me sienta perseguido... a veces hago listas de lo que no me gusta y de los que no me gustan... para qué, me digo luego, y las rompo... si al final todo quedará en lo plano y en lo negro, o en lo que sea, que al fin y al cabo será exactamente lo mismo... es por eso que hay días en los que me arrepiento de algunas cosas que he hecho, casi t

Los túneles perdidos del Palacio Ducal bejarano.

Torreón del Palacio Ducal con el hundimiento abajo. De chiquitillo, cuando salía de mis clases en el colegio Salesiano, perdía un buen ratito, antes de ir a mi casa, en los alrededores del Palacio Ducal bejarano. Entre los críos corrían mil historias de pasadizos subterráneos que daban salida de urgencia desde el palacio a distintos puntos de la ciudad y nos agrupábamos ante algunas oquedades de los muros que daban base a los torreones para fabular e incluso para ver cómo algún atrevido se metía uno o dos metros en aquella oscuridad tenebrosa y estrecha. Ayer, en mi curioso pasar y por esa metichería que siempre tenemos los que llevamos el prurito de la escritura, escuché durante el café de la mañana que se había producido un hundimiento al lado de uno de los torreones del Palacio Ducal y corrí a pillar mi cámara y me acerqué hasta el lugar. Allí, bajo el torreón en el que se ha instalado una cámara oscura hace un par de meses, había unas protecciones frugales que rodeaban un aguj