Ayer.
Vuelvo a afirmar que la vejez es fea, no me gusta y me da miedo por su incapacidad y por la dependencia que produce. Creo que el decurso del Hombre ha conseguido este estado absurdo de los hombres. Anoche, en la sala polivalente del Hospital Clínico de Salamanca, había varias camas con ancianos [algunos claramente terminales] sufriendo, agotados, un final que ya debiera haber llegado hace tiempo... pero la medicina los mantiene atados a una vida que no es más que un acabarse lento y doloroso, un proceso que a mí me parece inútil si no hay capacidad de ofrecer, junto a la extensión del tiempo vital, ciertas circunstancias de bienestar asociadas a algunas capacidades. Yo no quiero eso para mí de ninguna de las maneras... y hasta me parece una crueldad mantener unas constantes biológicas con la certeza del daño que eso supone... pero están la jodida moral imperante y el concepto religioso sobre la vida para enfangarlo todo y crear un sufrimiento incontable y tremendamente injusto [me encantaría que esto les pasase factura algún día a quienes lo propician].
Vuelvo a afirmar que la vejez es fea, no me gusta y me da miedo por su incapacidad y por la dependencia que produce. Creo que el decurso del Hombre ha conseguido este estado absurdo de los hombres. Anoche, en la sala polivalente del Hospital Clínico de Salamanca, había varias camas con ancianos [algunos claramente terminales] sufriendo, agotados, un final que ya debiera haber llegado hace tiempo... pero la medicina los mantiene atados a una vida que no es más que un acabarse lento y doloroso, un proceso que a mí me parece inútil si no hay capacidad de ofrecer, junto a la extensión del tiempo vital, ciertas circunstancias de bienestar asociadas a algunas capacidades. Yo no quiero eso para mí de ninguna de las maneras... y hasta me parece una crueldad mantener unas constantes biológicas con la certeza del daño que eso supone... pero están la jodida moral imperante y el concepto religioso sobre la vida para enfangarlo todo y crear un sufrimiento incontable y tremendamente injusto [me encantaría que esto les pasase factura algún día a quienes lo propician].
Y esa visión indigna de unos hombres y mujeres tirados en camastros y hacinados en un cuartito de olor nauseabundo, exentos de cualquier dignidad, expuestos a los ojos de todos los que por allí pasábamos, que éramos muchos, sufriendo en silencio sus últimas vejaciones [porque esa situación es tremendamente vejatoria por impersonal y por insensible] gracias a los avances de la medicina del hombre [una ciencia que no ha aprendido aún a dar pasos ‘completos’ en los que cualquier arreglo físico vaya indefectiblemente unido a un arreglo de valor en lo que se refiere al uso de la vida]... decía que esa visión me dejó deshecho, como en un ‘singanas’... y con un jodido dolor de riñones que va como a más.
Cuando murió mi padre, de forma inesperada, a sus sesenta y pocos (lo cuento en "Ojalá morir durmiendo...", escrito que finaliza mi primera kk-auto-edición) uno de los consuelos fue este: él y todos nos evitamos vivir su deterioro.
ResponderEliminarEn Suiza hay clínicas donde ayudan a morir.
Todo muy triste y complicado.
De todas formas, Milú, yo no dudo de que algún día pagaremos todos nuestras deudas, no a lo cristiano, de manera más universal, no sé si me explico.
Mi compañía para ti y tu familia en estos momentos difíciles.
Así es, Felipe. Sin embargo nunca sabemos del deseo o inconsciencia del que allí está tumbado sobre su aferrarse a la vida, aunque sea en un hilo.
ResponderEliminarTe deseo mejora para ti y tu familiar enfermo.
Besos de Casilda