Escribo para intentar entenderme.
Amar algo siempre trae el añadido de odiar otras cosas que están al lado... ¿quizá sin amor...?
Lo mejor de las cosas sencillas es que te hacen la vida cómoda... pero me encanta la incomodidad de algunas cosas complejas.
Conozco a algunos tipos a los que les encanta desagradar... desagradan y se sienten felices por hacerlo... malditos hijos de puta.
Intentan hacernos creer que es mala suerte, pero todo está trazado.
Me dijo de pronto... “acepto cualquier cosa menos que los mineros tengan derecho al trabajo en las condiciones en que vienen teniéndolo en los últimos años”... ¿y los taxistas?... “truhanes, todos truhanes...” –me contestó–. Luego me enteré de que había perdido su trabajo... “y todavía comprendo a mi jefe...” –me dijo–...
Y yo.
“Mi padre, como mucho, nos dice sí o no... no habla mucho más”... eso es que te quiere.
Que inventen una moneda capaz de otorgar el valor exacto a quien trafica con ella.
Tener no es solidario... pero qué imperfecto es el idioma.
“Te veo mejor” –me dijo–... “Eso es que tú estás peor que la última vez que me miraste” –le contesté–. Somos por jodida comparación.
¿A cómo está la prima de riesgo de Somalia?
Era un tipo sórdido, pero oía perfectamente.
Cada día soy mentalmente más físico, económicamente más débil, civilmente más vulnerable y sexualmente más desiderativo.
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