No sé... pero tengo hijos y ojos, algunas intenciones y dos o tres razones que apenas sufren cambios con los años... también tengo zapatos con cordones que atar, un verso entre alfileres y algunas deudas de tiempo que apenas me preocupan unas horas... y todo esto es la nada cuando veo a Alejandro en las imágenes recientes de los cerros... le enseñé a manejar mi camarota Nikon y tiró algunas fotos con la sonrisa entera en su cara de ángel... le encantaba ese click de los disparos y miraba asombrado las imágenes en la pantallita mientras su ego subía al percibir que los otros muchachos le miraban con cierta envidia... le pregunté... ‘¿quién es tu mamá?’... y se encogió de hombros sin perder su sonrisa hermosísima... una mujer me dijo... ‘no tiene mamá ni papá, señor, vive entre todos nosotros’... y nos sirvieron un platito de comida y un vasito de gaseosa (todo un lujo para celebrar mi llegada)... no podía decir que no, a pesar de que el plato estaba atestado de cebolla (nunca pude tragar la cebolla), e hice de tripas corazón tomando un par de cucharadas mientras, a mi lado, Alejandro devoraba su ración en un platito más pequeño que el mío... lo hacía con ese placer que da el hambre y se lo acabó en un minuto... y fue mi salvación, porque le ofrecí mi plato a Alejandro y le dio fin con la misma velocidad con la que había acabado el suyo... mi deseo imposible entonces fue agarrar a Alejandro y traérmelo a España como al hijo pequeño que sumar a los míos... me encendí de impotencia y, sin que se notara, derramé unas lágrimas de rabia... luego nada.
Debe ser de cuando te mandaban “al Canfrán a varear fideos” o incluso de aquella mar salada de los ‘mecachis’... el caso es que siempre llevo puesto algo de casa [que es como decir algo de antes] en la jodida cabeza... y nado entre una pasión libidinosa por decir lo que me dé la gana y un quererme quedar en lo que era, que es lo que siempre ha sido... pero todo termina como un apresto en las caras, mientras el hombre de verdad dormita entre una sensación de miedo y otra de codicia... ¡brup!... lo siento, es el estómago que anda chungo... y tengo ideología, claro, muy marcada, y la jodida a veces no me deja ver bien, incluso consigue que me ofusque y me sienta perseguido... a veces hago listas de lo que no me gusta y de los que no me gustan... para qué, me digo luego, y las rompo... si al final todo quedará en lo plano y en lo negro, o en lo que sea, que al fin y al cabo será exactamente lo mismo... es por eso que hay días en los que me arrepiento de algunas cosas que he hecho, casi t...
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