Que uno deba no significa que vaya a vivir eternamente, como que uno no pueda pagar sus deudas no significa que esté al borde la muerte... el dinero es vil, tan vil como las posesiones y tan vil como los estudios sobre el dinero y las posesiones (que pregunten a Reinhart y a Rogoff)... el hombre es materia química y pulso físico, mientras que el dinero es inmaterial –además de puñetero– y no tiene otro pulso que el que le aporte algún que otro tipo con materia química y pulso físico... y de aquí a Roma –porque Ítaca no existe, solo el camino que lleva a ella–... que a lo mejor todo está en reubicar el ‘valor’ despreciando la moneda, en decidir un ‘hasta aquí’ y un ‘desde aquí’, en volver a otorgar calidad a quien la produce y discapacidad al que solo juega con ella –con la calidad– para enriquecerse.
La economía es un crucigrama que puede dejarse medio hecho para comenzar otro, con otras definiciones y otras normas –por ejemplo, que las cifras no se crucen y solo tengan la capacidad de resolverse en línea, encadenadas–... pero solo es un crucigrama, un juego de listos para engañar a los pobres tontos y dominarlos... pero un crucigrama al que le podemos cambiar las reglas o simplemente dejarlo aparcado para jugar a otro juego más divertido.
Ahora resulta que Reinhart y Rogoff, los dos gurús económicos que estudiaron el futuro, intentando avanzarlo, se equivocaron en uno de sus documentos Excel y, además, falsearon datos... los dos gurús que llevan sirviendo de ejemplo –y guía– a todos los neoliberales que manejan la política económica... y se han equivocado de lleno y a lo grande, arruinando –sí, he dicho ‘arruinando’– a montones de países como el nuestro... y lo peor es que otros economistas de rango –algunos hasta con su Premio Nobel debajo del brazo– están haciendo declaraciones en estos días llenas de temor porque, según sus datos, esto ya no tiene solución posible... pero yo creo que sí la tiene si aplicamos un paquete de decisiones drásticas capaces de cambiar las reglas del crucigrama... cosas como condonar las deudas infladas de forma virtual por los nuevos mercaderes –vamos, dejar de pagarlas directamente– y cargar el peso de la cosa que surja sobre los agentes económicos viciados, tachar los paraísos fiscales del mapa o que el dinero de los verdaderamente ricos –tiburones con mis disculpas a los verdaderos tiburones– se utilice para volver a poner las cosas en su sitio.
No es país España, es un jodido mercado de bandidos.
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