Ser hombre como una sed y que todo termine siendo pantano cuando le sumas nombres a la pieza, que no sepas de qué va todo esto y por qué se aguanta cada uno su apretón sin decir lo que realmente piensa de los sucesos que le tocan. No me gusta nada el hombre, especialmente el que arma una moral y la impone sin más... y me gustan mucho menos quienes se adocenan en esa clave dada solo por la cobardía de no querer pensar. En fin, que así está el mundo del hombre y parece que no podemos hacer nada en el asunto.
La cobra me miró de frente, sopesó la distancia, hizo un gesto y se lanzó a morder.
‘No hay solución’... dijo alguien al fondo... ‘tendrá que vivir siempre con la ponzoña nadando en su sangre de hombre’... Me vestí muy despacio, salí al mundo... y me percaté enseguida de que hubiera sido mucho mejor morir.
Comentarios
Publicar un comentario
Por favor, no hables de mí... si acaso, hazlo de ti mismo...