Hablamos del comienzo del año mientras me rellenaba unos papeles... ‘las mascotas son una rémora para un cadáver... no puedes imaginar cómo los dejan... yo jamás tendré mascotas, ni pequeñas ni grandes’... y enseguida visualicé en mi cabeza una estampa que seguro ni se acercaba un diez por ciento a la realidad... ‘uno no acaba de acostumbrarse a esas cosas... yo, por lo menos, soy incapaz de poner distancia y conseguir que no me afecte’... luego volví al trabajo, que ahora es como una carga enorme y pesada, que se ha convertido en un asunto de absoluta soledad que duele... y pensé en que desde hace meses he dejado de decir lo que quiero decir, y que lo poco que digo tiendo a tamizarlo por temor a mí mismo... fue entonces cuando escribí sin querer algo parecido a un haiku (todo a pesar de que sé que en poesía es pecado mortal intentar algo que de raíz es imposible)...
La mantis vieja
come una hormiga roja
y se despereza.
Recordé entonces que me había escrito Carlos Fernández Salinas para rogarme que recogiera en su nombre el premio que le había otorgado el ayuntamiento de Béjar en su certamen de cuentos de Navidad, a lo que me comprometí sin problemas... y me acerqué hasta el convento San Francisco para asistir al acto de entrega de premios y atender el mandado de Carlos. Me llamó la atención el poco público que había (y más cuando me enteré de que en ese acto se entregaban diplomas a todos los participantes en el concurso de belenes –hasta once diplomas más tres premios-, lo que hacía que el público asistente estuviese formado tan solo por las personas que íbamos a recoger premios y diplomas, por los concejales del gobierno popular y por la prensa, que paradójicamente fue la encargada de leer las obras premiadas en los capítulos de cartas de amor y poesía)... ni siquiera estaban presentes los miembros del jurado no políticos ni periodistas, de tal guisa que, cuando me tocó salir a recoger el premio de Carlos, me la liaron parda con la excusa de que no estaba Antonio Avilés, que era el encargado de leer el cuento ganador, por lo que me cargaron a mí esa responsabilidad sin siquiera haberme dado opción a decidir y sin tener conocimiento previo del texto... la verdad es que me sentó un poquito mal, pero tiré adelante con el asunto por respeto a las pocas personas que allí estaban... gracias a mi suerte y a Carlos, el texto se leía con fluidez y pude salir del paso sin problemas (otra cosa hubiera sido tener que leer los extraños sonetos que unos minutos antes habían recitado un concejal y un periodista... de ahí no habría podido salir, ya que hace muchos años decidí que solo leeré en público mis versos, malos o buenos).
La verdad es que los tres premios me parecieron muy flojos, aunque también es cierto que, por las cantidades ofrecidas por el consistorio, no se puede pedir mucho más... el caso es que hice el paripé representativo y me fui algo enfadado por la encerrona y por la absurda referencia en la presentación del acto a que ninguno de los grupos de la oposición municipal habían querido formar parte del jurado, circunstancia que me parece lógica por parte de los grupos de la oposición, ya que no veo de sentido común que un jurado literario lo conformen políticos que es muy posible que no cuenten con criterio literario, tanto formal como estético, para poder decidir alrededor de la buena medida de un endecasílabo o la bondad de una metáfora, una prosopopeya, un hipérbaton o una hipérbole... y quizás ni siquiera en la idoneidad de un decurso narrativo o de la puntuación correcta en un texto... y más cuando se percibió netamente que un acto fundamentalmente cultural se estaba utilizando para dar un palo sesgado al enemigo (eso no se debe hacer)... pero no pasa nada.
Ya entrada la noche, con la gripe tomando mis defensas, volví a pensar en los ‘cadáveres con mascota’ y me eché a temblar, no sé si por las décimas de fiebre que me subían o por las terribles imágenes que pasaban por mi cabeza.
Dormí fatal.
El viernes se entregaron los premios del Concurso Literario del Casino Obrero de béjar y, la verdad, es que fue un acto muy bonito, literario y musical, ya que ambos están más que ligados. El ganador vino desde Valencia y el segundo era un joven escritos bejarano que apunta unas maravillosas maneras, aunque yo no sea nadie para decirlo.
ResponderEliminarEl público lo conformaban casi 100 personas y yo, particularmente, me siento muy satisfecha de que el Casino Obrero haya podido retomar este tradicional concurso.
Los diplomas que les entregamos a los ganadores eran preciosos, como corresponde al artista que los hizo...
... a veces se le echa de menos Señor Comendador.
Besitos
Había una frase en una peli que decía algo así como..."al final la vida no se cuenta por las veces que respiras, sino por las cosas que te han dejado sin respiración".
ResponderEliminarAsí es y ahí se queda, en tu archivo -por desgracia-, pero tienes tannnnntas "sin respiraciones buenas" que no sería justo anclarte en esa imagen...
(y para el sueño, infurrelax, d Hornimans, es flojillo pero algo hace)
Abrazo fuerte
(y bso para Marina)