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Soy un hedonista feliz

Cada día soy más de la fórmula hedonista de moral que enunció Nicolás de Chamfort y que reza: “Goza y haz gozar, sin hacer daño ni a ti ni a nadie, he aquí toda moral”, y lo soy porque cada día entiendo menos el ‘sacrificio’ personal anudado a los perfiles de sufrimiento, eso del ‘sufro para salvar’ me parece un absurdo propio de quienes pretenden confirmarse –afirmarse– como ‘héroes’. Gozar salvando sería mucho más adecuado, pero, claro, si gozas en el proceso de salvación, lo de ‘héroe’ lo llevas bastante complicado, dado que la heroicidad precisa indefectiblemente del sufrimiento para el gozo. La vida nos pone ante el mundo y nos reclama actitud en el paso. Desde este punto, puedes plantearte se un ‘triste’ y armar tus estrategias como tal, llenándolo todo de seriedad y esfuerzo trabajado (sufrido), intentando así ‘ser’ sin gozo del paso o solo con el gozo del posible reconocimiento a futuro. Por otra parte, puedes plantearte gozar de todo lo que se pone ante tus ojos y hacerlo con delectación y sin daño, armando una moral positiva en la que cualquier acción recala siempre en una oportunidad de gozo. Prefiero esta segunda opción y por ello puedo decir con claridad y casi con toda seguridad que me anoto como hedonista irredento, porque hago lo que quiero hacer y, sea lo que sea, siempre me procura satisfacción, pero no una satisfacción a largo y medio plazo, no. Una satisfacción inmediata y cercana que no entiende de futuro porque no le/me interesa el futuro –esa entelequia inventada por quienes están en el mundo con el único fin de sacar provecho–. En fin, que cada día me veo más hedonista y debo confesar que me gusta, que el mismo hecho de considerarme así ya me procura placer.


Ya ves.

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