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LAS JODIDAS ARTES GRÁFICAS...

Desde hace años soy propietario de una imprenta clásica a la que fui sumando con mucho esfuerzo económico nuevas tecnologías. La imprenta dio vida durante mucho tiempo a siete familias de forma directa y a otras muchas de forma indirecta, pero las distintas crisis y las nuevas formas feroces de grandes corporaciones consiguieron que al día de hoy sea solo una forma de supervivencia cargada de deudas y gabelas que no da para dar de comer a las dos personas que permanecemos trabajando a diario.

Fuera de los graves impagos de clientes que nos dejaron heridos de gravedad hace unos años, hay ciertas circunstancias perversas que están destruyendo el sector con fiereza:

     Las instituciones han sustituido el papel por esa moda ‘on line’ tan fría y tan llena de dificultades para los usuarios, animados, eso sí, por el lógico furor ecológico (con el que estoy absolutamente de acuerdo), pero sin aportarnos soluciones a la pérdida bestial de negocio que ello ha supuesto (se ayuda a la banca, a las empresas de automoción, a las de transportes, a las aerolíneas, a las de turismo, a las hosteleras y de restauración…).

      Las empresas, siguiendo el ejemplo institucional, han hecho lo mismo, haciendo que todas sus comunicaciones y facturas vayan por la red (muy bien, claro, pero que muy bien). Valga de nuevo el final del punto anterior sobre los solucionarios que para nuestro sector nunca llegan.

      El negocio editorial, que antes nos proporcionaba un buen porcentaje de trabajos, ahora se lo han merendado cuatro grandes corporaciones de la impresión, ofreciendo libros bajo demanda y libros digitales con unos precios que están muy por debajo de nuestros costes de producción. ¿Resultado?... Ya no podemos imprimir libros.

    Las grandes empresas con parte estatal, voy a poner como ejemplo Loterías del Estado y Correos, ofertan a sus clientes todo el material impreso que se precise a precios con los que no podemos competir y siempre en condiciones muy beneficiosas para el cliente (por lo que ya no podemos hacer talonarios de loterías –las administraciones los ofertan a los clientes de regalo con la compra–, sobres de todo tipo –Correos los ofrece prefranquedaos a precios de risa– o productos de paquetería.

     Las grandes corporaciones del sector, que son más negocios financieros que otra cosa, hacen ofertas por la red con lo que podría llamarse ‘bajas negligentes’ que rompen el mercado de los pequeños y medianos impresores (como un ejemplo de los múltiples que se pueden testar por la red ahora puedes encontrar 1000 tarjetas comerciales a dos caras y en color por 5 €, cuando su coste real de tirada supera con creces los 50 €… Ni el precio de la cartulina se puede pagar con ello).

      Para terminar, sin contarlo todo, que hay mucho más, las instituciones públicas (ayuntamientos, diputaciones…) exigen un contrato menor, con todo lo que ello conlleva, para hacer una triste fotocopia. A esto se suma que, cuando el trabajo es de cierta entidad, lo sacan a concurso estableciendo máximos de precio en los que no hay porcentaje de ganancia.

Si a esto le sumas que Hacienda realiza ‘embargos de deuda’ sobre tus mejores clientes debido a tu imposiblidad de pago por las circunstancias ya relatadas (esos clientes dejan de serlo en cuanto reciben la notificación institucional), tenéis ya un montón de piezas en el tablero del fracaso de las artes gráficas.

¿Qué puedo hacer?... Nada, amigos, dejar que esto expire cuando tenga que expirar y sonreír, que es lo único bueno que puedo hacer, porque ofuscarse, cabrearse y vivir todo el día preocupado por la ruina no viene nada bien para la salud.

 

Pues eso.

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