Ir al contenido principal

Amalia Bautista

Acceder al trompeteo de la poesía sin medir la lógica de las proposiciones realizadas con palabras, sin conocer la urdimbre del metro y sin haber catado la geometría del ritmo es tan absurdo como hacer tortilla sin huevo, sin aceite y sin sal. Quien no es capaz de pararse a hacer un análisis detenido de la matemática que arde en un poema antes, durante y después de perpetrarlo, es que no necesita el poema ni merece, incluso, que la poesía se asome a su boca como simple vocablo.
Conocer la naturaleza del poema, entender el concepto de poesía y redefinirlo también es indispensable.

Quizás el mejor poema sea una ecuación matemática que resuma, dé luz y aporte indicio para una ecuación posterior, pues «lo mejor de la matemática es que permite definir términos que no son conceptos, mientras que en filosofía sólo se alcanza hasta la definición de los conceptos...» [esta aserción fantástica procede de Giuseppe Peano, según nota de Bertrand Russell –capítulo II. La lógica simbólica. Apartado d. Lógica simbólica de Peano, de su «Principios de la Matemática–].
De ahí que cada día huya más del poema, que lo tema, que lo respete y que lo visite a hurtadillas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Al Canfrán a varear fideos...

Debe ser de cuando te mandaban “al Canfrán a varear fideos” o incluso de aquella mar salada de los ‘mecachis’... el caso es que siempre llevo puesto algo de casa [que es como decir algo de antes] en la jodida cabeza... y nado entre una pasión libidinosa por decir lo que me dé la gana y un quererme quedar en lo que era, que es lo que siempre ha sido... pero todo termina como un apresto en las caras, mientras el hombre de verdad dormita entre una sensación de miedo y otra de codicia... ¡brup!... lo siento, es el estómago que anda chungo... y tengo ideología, claro, muy marcada, y la jodida a veces no me deja ver bien, incluso consigue que me ofusque y me sienta perseguido... a veces hago listas de lo que no me gusta y de los que no me gustan... para qué, me digo luego, y las rompo... si al final todo quedará en lo plano y en lo negro, o en lo que sea, que al fin y al cabo será exactamente lo mismo... es por eso que hay días en los que me arrepiento de algunas cosas que he hecho, casi t

Los túneles perdidos del Palacio Ducal bejarano.

Torreón del Palacio Ducal con el hundimiento abajo. De chiquitillo, cuando salía de mis clases en el colegio Salesiano, perdía un buen ratito, antes de ir a mi casa, en los alrededores del Palacio Ducal bejarano. Entre los críos corrían mil historias de pasadizos subterráneos que daban salida de urgencia desde el palacio a distintos puntos de la ciudad y nos agrupábamos ante algunas oquedades de los muros que daban base a los torreones para fabular e incluso para ver cómo algún atrevido se metía uno o dos metros en aquella oscuridad tenebrosa y estrecha. Ayer, en mi curioso pasar y por esa metichería que siempre tenemos los que llevamos el prurito de la escritura, escuché durante el café de la mañana que se había producido un hundimiento al lado de uno de los torreones del Palacio Ducal y corrí a pillar mi cámara y me acerqué hasta el lugar. Allí, bajo el torreón en el que se ha instalado una cámara oscura hace un par de meses, había unas protecciones frugales que rodeaban un aguj