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Derrotado y cautivo...


Es realmente fantástico que un poeta diga de sí mismo que es un francotirador [hoy lo he leído en una poética escrita por Manuel Rico], y es fantástico porque es una afirmación neta de lo que debe ser la poesía: cosa de francotiradores.
El problema particular es que Manuel Rico también es crítico [y de ‘Babeblia’, nada menos], y me resulta muy difícil poder conjugar en estas circunstancias el verbo ‘francotirar’ si no va unido al inescrutable verbo ‘francorrecoger’.
Hace demasiado tiempo que no trabajo sobre la figura del crítico, y mucho más del crítico metido a ser juez mediático y parte francotiradora. En este caso se da la circunstancia de que el crítico me gusta [con sus altibajos] y el poeta no me disgusta… ¿qué hacer, entonces?, ¿qué decir?
Ya está: que Manuel Rico me interesa como poeta y me interesa como lector que comparte sus lecturas.
Lo que más me molesta de todo esto es cómo noto en mi cuerpo y en mi cabeza que algo está cambiando, que he perdido acidez [y, por tanto, frescura], que ya ‘no soy aquél que suspira en las noches por tu amor…’ y que quizás esté entrando en una fase rem de criterio.
Por si acaso, salvando esta rara avis, dejo escrito que me dan muy mala espina los creadores que hacen crítica… y peor mala espina me dan los críticos que se atreven a crear.
Derrotado y cautivo, el poeta que no mereció jamás una nota breve en ‘El País’ huye sin temor hacia el norte.
Hasta la próxima, Manuel Rico, que siempre nos quedará París.
(18:55 horas) Acuso recibo de ‘tácito’, poemario del colega Eladio Orta editado en la malagueña Puerta del Mar. Gracias, amigo, por acordarte de mí. Pondré lectura a tu trabajo este fin de semana.
•••
La poesía es a veces una estrategia, otras veces es un respiro hacia adentro y la mayoría de las veces es nada que hacer.
•••
El bocata de calamares que me metí entre pecho y espalda a la hora de la comida me ha dejado grogui durante toda la tarde, mareado y con el estómago deshecho. Cuando esto me sucede, necesito tirarme a la calle para buscar en ella la forma de sentirme mejor, porque en la calle soy menos vulnerable que en la soledad. Y me he tirado.
(21:46 horas) Hay cierta pasión en el malestar que se acerca bastante a esa otra del amor encendido: no quieres estar con nadie más que con el objeto de tu amor, lo demás te molesta, te hurta una atención que debe estar centrada y nítida.
Cuando me siento mal, intento desde todos mis poros percibir que estoy vivo, intento buscarle la alegría al dolor porque sé desde hace mucho tiempo que es prueba irrefutable y absolutamente sensible de vida.

Salí a la calle y paseé mi mareíto entumido en la mirada a unas mujeres mayores que estaban limpiando la puerta principal de la iglesia de El Salvador como si fuera su casa [posiblemente lo sea, que la soledad es muy dura cuando no se ha aprendido a gestionarla] mientras en la puerta trasera dos gitanillas meaban sobre el granito agachadas y con las bragorrias en los pies [su madre, sanamente dejada, reía en el esquinazo del templo mientras observaba las dos imágenes de contraste]. Un ‘fiel’ de los de siempre recriminó a las crías y la madre le llamó borracho [quizás lo sea, no lo sé] mientras el tipo bajaba la vista al suelo y aceleraba el paso como en una huida Chabrol.
Estaba empezando a sentirme mejor y pillé despacito el camino de casa: dos turistas me miraron fijamente como si en mi rostro reconocieran a alguien –les sonreí levemente a modo de saludo–, la vieja rescocida de la placita nueva seguía en su ventana echando voces vacías e insatisfechas al mundo –el día menos pensado me armo de valor y le meo la puerta con la misma sonrisa que las gitanillas, y que conste que arriesgo, pues con estos relentes otoñales mi meona puede pillar algo de frío–, unos pijos viejos charlaban de caza junto a la cuestita que curva Colón en ángulo recto, una monería de unos ocho años lloraba en la acera por la regañina de un adulto joven que iba a su lado… y llegué a mi casa y me tumbé a mirar con encono ese techo blanco que tanto me gusta cuando estoy cansado… cené y como nuevo.
De FUMADORAS

INGLÉS AL DÍA: learning nude

Comentarios

  1. Ésto me se hizo muy interesante, vuelvo después de unos quehaceres, y de comprar cigarrillos...

    un abrazo.

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  2. Echaba de menos tus observaciones callejeras.
    Los críticos son currantes, algunos crean al terminar su trabajo. Como nosotros.

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  3. Tuve la oportunidad de conocer a Manuel Rico y de charlar dos o tres veces con él. Me pareció un tío interesante y bastante coerente. Muy serio. Creo que puede separar perfectamente una actividad y otra, aunque es comprensible que pueda generar alguna desconfianza.
    A mí me parece fiable, y me gusta lo que hace.

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