Ir al contenido principal


Durante los días de fiesta local me pongo nostalgicón y mimosorro mientras se me viene a la boca el sabor de las pipas de calabaza que me daba la abuela para matar a las lombrices intestinales o el dulce tostado de las almendras garrapiñadas de las ferias... entonces todo era mágico... el chirrido del pizarrín en las pizarras chiquitillas, el rascar de los plumines en el papel, agotados de tinta; los cuajarones de la nata de la leche embebidos de azúcar sobre el pan reciente, los tirantes de pinza para sujetar las calzonas, el imán de herradura, la taba, las sandalias de tirillas con dos cierres, el primer paraguas automático [todo un lujo], las cajetillas de ‘Ducados’ de mi tío Ricardo, la peonza con su cordel acabado en una moneda de dos reales, el rinche de los primeros besos, las lluvias de septiembre, el olor de mi madre, las pantuflas de cuadros, las torrijas con leche, las interminables horas de futbolín donde el churrero, las cosas de Cañanda, El Moreno y su burro, Tito y su enorme moto negra, las niñas con flequillo y faldita corta, las gorras de visera, la corbata de goma en los bautizos, el hipo y siete tragos seguidos de agua, el asperón, el olor a naftalina en los armarios, los baños en el balde gris de zinc, la Citrania en domingo y una gamba con gabardina, el limón de los vasos en las noches de fiesta, las bodas con sus pastas de cereza, ir a buscar piñones, estrenar una muda blanca algún domingo, mi padre haciendo cuentas en la mesa con su afilado lápiz en la oreja, las gomas Milán, el panadero danzando en la tahona enharinado, los polos de hielo, el Fru-frú, las coletas con enormes lazos blancos, las pastas de piñones donde Cela, el almíbar del melocotón bebido directamente del bote, los huesitos de santo, los geranios y los días de Reyes con abrigo cheviot y bufanda de cuadros... todo se viene a golpes deliciosos, como una estantería que se quiebra y descubre secretos olvidados.
Ya no salgo de fiesta... me quedo en el recuerdo de los días que fueron y son ya parte tranquila de lo que yace inerte... entonces fui feliz... eso es bien cierto.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Al Canfrán a varear fideos...

Debe ser de cuando te mandaban “al Canfrán a varear fideos” o incluso de aquella mar salada de los ‘mecachis’... el caso es que siempre llevo puesto algo de casa [que es como decir algo de antes] en la jodida cabeza... y nado entre una pasión libidinosa por decir lo que me dé la gana y un quererme quedar en lo que era, que es lo que siempre ha sido... pero todo termina como un apresto en las caras, mientras el hombre de verdad dormita entre una sensación de miedo y otra de codicia... ¡brup!... lo siento, es el estómago que anda chungo... y tengo ideología, claro, muy marcada, y la jodida a veces no me deja ver bien, incluso consigue que me ofusque y me sienta perseguido... a veces hago listas de lo que no me gusta y de los que no me gustan... para qué, me digo luego, y las rompo... si al final todo quedará en lo plano y en lo negro, o en lo que sea, que al fin y al cabo será exactamente lo mismo... es por eso que hay días en los que me arrepiento de algunas cosas que he hecho, casi t

Los túneles perdidos del Palacio Ducal bejarano.

Torreón del Palacio Ducal con el hundimiento abajo. De chiquitillo, cuando salía de mis clases en el colegio Salesiano, perdía un buen ratito, antes de ir a mi casa, en los alrededores del Palacio Ducal bejarano. Entre los críos corrían mil historias de pasadizos subterráneos que daban salida de urgencia desde el palacio a distintos puntos de la ciudad y nos agrupábamos ante algunas oquedades de los muros que daban base a los torreones para fabular e incluso para ver cómo algún atrevido se metía uno o dos metros en aquella oscuridad tenebrosa y estrecha. Ayer, en mi curioso pasar y por esa metichería que siempre tenemos los que llevamos el prurito de la escritura, escuché durante el café de la mañana que se había producido un hundimiento al lado de uno de los torreones del Palacio Ducal y corrí a pillar mi cámara y me acerqué hasta el lugar. Allí, bajo el torreón en el que se ha instalado una cámara oscura hace un par de meses, había unas protecciones frugales que rodeaban un aguj