Anda Arturo gritando por los bares de la Plaza Mayor que el médico le ha dicho que se va a morir en un bosque porque tiene la pierna chunga... ‘Pues con no ir al bosque, no me muero, chiqutín’... y se descojona mientras dice... ‘Ponme un coñá y una caña, que tengo frío’... y cojea con sus ochenta años largos apoyado en un bastón mientras se autodenomina ‘el tío de la vara de la Plaza Mayor’. Yo le pregunto que cómo va la pierna, y sonríe mientras me dice que ‘va chunga de cojones... y que me quieren llevar a un asilo o a una residencia pa que me cuiden... no te jode... ya me sé cuidar yo’... y le da un trago largo al coñac.
Mis amigos de café siempre dicen que Arturo es la imagen que tienen de lo que seré yo cuando tenga sus años, y mira, no me molesta nada, más bien me encanta, pues yo a ellos los veo con esa cosa de ‘padre, vaya a la cama, que marea’, que me parece mucho peor... tipos majetes, buena gente donde se imagine, pero esclavitos constantes de otros esclavos mayores, acostumbrados a valorar lo que llevan en el bolsillo por encima de cualquier otra cosa... prefiero a Arturo, coño, un tipo amable con la sonrisa puesta siempre, un solitario locuaz, un anciano absolutamente distinto y distante de los que por aquí se arrastran llenos de absurda dignidad y de cierta meapilez... Arturo bebe y ríe, tira tejitos a las camareras, vocea cuando le sale del alma y se queda calladito mirando al infinito cuando todo se la suda. Es un tipo afable como poco, aunque a veces también llora, y lo hace sin vergüenza, algo que me parece absolutamente digno en un hombre.
Así que lo dicho, que yo quiero ser como Arturo de mayor y que me duela la pierna mientras me río de ella y del puñetero dolor, eso sí, sin ir al bosque.
Arturo...me conmueve, y me gusta porque va de frente,lleno de chichones, personaje que cuando no esté echaremos en falta.Tristeza.
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