Soy un uno,
un uno blando que acaba de contarse justo cuando se empieza...
mis talones son unos doblados por su centro;
mis piernas secas, unos corvados, zambos;
mi sexo, un uno restándose o reptando;
mi vientre, un uno enteco;
mi pecho, un uno par y caedizo;
mis brazos, dos unos desunidos de sus manos atadas por un nudo de unos;
mi cuello, un uno hueco;
mi boca, un uno que se resta de palabras
desde el húmedo uno de la lengua;
mis ojos, unos ciegos que a ratos se arretinan
creyéndose binarios en el iris.
Todo yo un uno primero y último,
agotado y tan lleno como el cero previsto entre gladiolos,
como la cruz de un sur
que siempre estará al sur de cada paso.
Maravilloso trabalenguas, trabapárpados, trabaoídos. Maravillosa la quietud del cuartito, la penumbra del punto y coma, y ese tiempo tan pequeño que nos dedica.
ResponderEliminarUn abrazo, mi querido mosquetero.