Ayer volvi a leer Escupiré sobre vuestra tumba, de Boris Vian, y enseguida se me vino a la cabeza la imagen del 'buen negro', ese tipo servil que profesaba admiración por sus amos blancos, y el enorme parecido con este 'buen blanco' de hoy, tan despreciable, que sigue aupando a sus amos mientras le humillan y le roban todo, absolutamente todo. El acierto de Boris Vian en esta obra, bajo mi humilde punto de vista, no es otro que el de tratar un tema digno del asco, cuando no del horror más insoportable, con un lenguaje que toca el sadismo para desconcierto del lector y que está exactamente a la altura de los sucesos reales que, aún hoy día, son de uso corriente. Me gusta mucho esa franqueza literaria de Vian, esa sinceridad lingüística y el enorme valor de utilizar un correlato par a la asquerosa realidad que se recrea.
Leyéndolo, pensé enseguida en esa venganza que el pueblo tiene pendiente con los banqueros, con muchos políticos y con todos esos ladrones de vidas que engordan por la explotación generalizada de quienes les rodean. Sin rubor puedo decir que sonreía al pensarlo. Y es que el mal de nuestro mundo de hombres viene determinado en gran medida por lo acomodaticio, por la bondad de 'lo malo conocido', por la abundancia de tipos que han olvidado su pasado particular y su pasado colectivo y aupar con votos y aplausos a los negreros de estos días. Y escuche que un banquero corrupto se había dado fin con una escopeta de caza y pensé que había escogido un buen día para leer esta tremenda obra de Boris Vian.
Ahora también hacen falta, mucha falta, escritores valientes capaces de narrar, con un vocabulario ajustado a la mierda que llevamos encima, todo lo que está sucediendo, capaces de imaginar una venganza par a la de Lee Anderson y dejarnos vacíos, a la vez que literariamente satisfechos. También hacen falta periodistas auténticos, que ya no hay, porque se los han. devorado el interés mediático y el dinero fácil.
Podría decir que esta lectura ha sido una ráfaga de aire fresco en esta insoportable oleada de calor y de miseria.
¡Chapeau, Boris!
Leyéndolo, pensé enseguida en esa venganza que el pueblo tiene pendiente con los banqueros, con muchos políticos y con todos esos ladrones de vidas que engordan por la explotación generalizada de quienes les rodean. Sin rubor puedo decir que sonreía al pensarlo. Y es que el mal de nuestro mundo de hombres viene determinado en gran medida por lo acomodaticio, por la bondad de 'lo malo conocido', por la abundancia de tipos que han olvidado su pasado particular y su pasado colectivo y aupar con votos y aplausos a los negreros de estos días. Y escuche que un banquero corrupto se había dado fin con una escopeta de caza y pensé que había escogido un buen día para leer esta tremenda obra de Boris Vian.
Ahora también hacen falta, mucha falta, escritores valientes capaces de narrar, con un vocabulario ajustado a la mierda que llevamos encima, todo lo que está sucediendo, capaces de imaginar una venganza par a la de Lee Anderson y dejarnos vacíos, a la vez que literariamente satisfechos. También hacen falta periodistas auténticos, que ya no hay, porque se los han. devorado el interés mediático y el dinero fácil.
Podría decir que esta lectura ha sido una ráfaga de aire fresco en esta insoportable oleada de calor y de miseria.
¡Chapeau, Boris!
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