Miro la prensa del día y me desmadejo al percibir netamente cómo evoluciona la destrucción del sistema decadente en el que nos ha tocado vivir. El capitalismo globalizado, lo dije hace mucho tiempo y lo mantengo, está en un proceso de autoeliminación que le lleva inexorablemente, tarde o temprano, a su desaparición como paradigma, produciendo eso que siempre ha supuesto el fin de las más grandes civilizaciones, que no es otra cosa que dolor, un insufrible dolor. Mirad la Historia y seréis capaces de percibir que estamos en el final de un ciclo, en el peligroso final de un ciclo par al que ya sufrieron las distintas civilizaciones imperantes en otros tiempos. Recordad, por quedarnos en lo cercano, que hubo una época en la que en España no se ponía el Sol hasta que llegó la sombra.
Vivir un proceso de ruptura hegemónica es una mala suerte que nos ha tocado vivir y que les va a tocar padecer a nuestras futuras generaciones (con tristeza inabarcable pienso en mis hijos y en mis nietos), y ante la dureza del proceso de descomposición no podemos hacer nada, porque la alienación y los mecanismos que la controlan nos aparecen como indestructibles. Cualquier movimiento social emergente que sea capaz de ‘contestar’ a lo que sucede, nace para ser aniquilado, no sin antes ser vejado hasta el doloroso éxtasis de los que cobran por vejar y lo disfrutan.
Ante este estado de las cosas, ante el triste tiempo que se nos aparece por delante, que será largo, larguísimo, solo se me ocurre recurrir a la individualidad positiva, una individualidad capaz de generar energía positiva en su entorno pequeñito, capaz de acoger, de entender, de animar, de producir sonrisas y afectos; una individualidad que nos capacite para ‘aguantar’ ese dolor programado por los asesinos de sonrisas… Y esperar así a que todo suceda y a que la sensibilidad vaya creciendo de uno en uno, sumando a poquitos hasta pasar el duro trago que nos viene.
Hoy las sonrisas también han subido de precio, pero los abrazos de acogida no, esos debemos conseguir que sean gratis y se multipliquen de forma geométrica.
Digo.
Dices y dices muy bien, de principio.a final. No puedo añadir nada, lo has dicho todo. Yo también temo por mi hijo, lógico.
ResponderEliminarEn fin...procuraremos sonreír de vez en cuando y abrazarnos siempre.
Un abrazo enorme.