Suceda lo que suceda, amo a mis hijos sobre todas las cosas... y a mi mujerona. Y lo digo porque en mi milonga contradictoria estoy a muerte contra la comulgada idea de familia –«familia»–. A la mierda eso de aguantarse, mentirse, herirse poco a poco y dañarse hasta la destrucción por mantener esas formas de estar tan mingueras.
Y a todo esto le sumo que no me gusta el sistema educativo, que odio a los políticos agresivos y agresores, que la sociedad no me da más que hostias en los ojos y en la cabeza y que cada día paso más de los caballos de la mayoría del personal –cercano o lejano–. Y por ello, con ello y desde ello, suceda lo que suceda, seguiré amando intensamente a mis hijos, a mi mujerona, a mi amigo Morante, a Belencita, a Urceloy, a Orihuela, a Dieguete F. Magdaleno, a los Antoñitos, a Abraham, a Albertote...
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