Ayer.
No sé cómo hacerlo, coño, que todo el mundo está agresivo (y yo el primero) y a la menor lanza puñales. La primera en la frente llega cuando te tocan lo cercano y te dicen eso de “tanta sensibilidad con los necesitados que están lejos y tanta agresividad con los que están cerca”... y quizás tengan razón, aunque juro que procuro huir de eso siempre y mostrarme sensible aquí y allá, pero la diferencia es tanta, el sufrimiento es tan distinto... y esto me hace sujetar cada día un poco más las palabras, aunque no demasiado, porque casi es lo único que me queda.
Hace un par de días, un jovencito con trabajo fijo me decía que habría que prohibir el uso gratuito de nuestra sanidad a los inmigrantes, y al rato me encontré a mi sobrinilla con una pulserita de la bandera de España en su muñeca (ella aún no tiene el uso de esas razones) mientras otro sobrinillo estaba tomando plaza como policía nacional en la costa... a eso le sumo la decisión plenaria del viernes en el ayuntamiento bejarano, y ya solo me queda gritar... pero no, enlacé toda mi rabia a un comentario poco precisado (una pregunta asertiva) y quizás le di en las napias a quien menos se lo merecía, que me respondió con la antedicha frase entrecomillada arriba.
Pulsando el estado de las cosas, debo decir que la situación en Somalia es verdaderamente urgente y nada comparable con la situación aquí... y que como diariamente recibo noticia cumplida de lo que allí sucede (y también imágenes, que son durísimas), pues pido que se entienda que en alguna ocasión me salga de mis casillas y tire con bala. Sé perfectamente que el personal duda de las organizaciones no gubernamentales, y que eso se acentúa cuando median los bancos (que es la mayoría de las veces, pues hay pocos medios más rápidos y seguros de hacer llegar las ayudas económicas); sé que quien ve cómo su entorno cercano se va llenando de cadenas y de faltas acaba por dudar de todo y de todos, pero también sé que hay que hacer algo, como individuos y como sociedad, que hay que parar como sea las hambrunas, y hacerlo ya en el caso específico de Somalia... y ponerse a ello lleva echarle tiempo y ganas al asunto... dejar un poco las obligaciones diarias y embeberse en ‘hacer’ algo que pueda ser útil, aunque sea pequeño... y para eso hay que poner confianza en algún punto, pues no sirve de nada decir que todo funciona mal y quedarse quieto, así sí que no sería posible ayuda alguna... y desde ese pensamiento me fui esta mañana a comprar unas huchas y les puse una pegatina, miré cómo está el asunto de la ayuda urgente y me decidí por la AECID para hacerle llegar los fondos que se recauden y me puse a llamar a los colegas para pedir materiales de sobra y montar un mercadillo el próximo sábado en la Plaza Mayor de Béjar con el fin de obtener algunos fondos... y de ese tiempo robado al trabajo, para hacer lo que realmente me apetece hacer, pues que salieron algunas deserciones y unas cuantas frases poco adecuadas para mi estado actual de tensión, lo que logró ponerme irascible hasta la bola... en fin, pero es solo mi problema.
Todo lo anterior y esta sensación de que el mundo no funciona, de que los hombres, uno a uno, sacan enseguida sus miserias para retirarse a vivir lo mejor posible mientras se olvidan de ese necesario ‘los demás’... así que contesto mal a la menor y hasta quizás sin demasiada razón... es por ello que pido disculpas.
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