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Le hablé con cierto desprecio, lo admito, de la joven poesía y se enfadó. Él, que nunca se había enfadado conmigo, se enfadó porque le dije que no tenían raíz y no dejaban poso con esas patochadas cortadas intentando simular versos o con esa modernez absurda de la micropoesía (pero si eso ya estaba inventado desde el Marcial epigramático o el mismísimo Meleagro). Un infierno sin llama siquiera es la poesía joven, le dije. Se enfadó y me dijo que debiera leer con más atención a los jóvenes, que yo también fui joven y escribía, y que no lo hacía mal. Y me dio rabia no contestarle, porque no le contesté… Es verdad que yo escribía mucho con dieciocho o veinte años, y creía entonces que lo hacía de forma más o menos aceptable hasta que publiqué mi primer libro con cuarenta y cinco tacos, un primer libro que me dejó preñadito de vergüenza ajena, mi mayor error literario, pero con un enorme resultado positivo, ya que la vergüenza me llevó a formarme con hambre, a leer con verdadera pasión toda la poesía que pude, a escribir con conocimiento de causa y a diario, a conformar con criterio `mi` poética, a estudiar las formas académicas y a ensayar con ellas hasta empezar a entender de verdad de qué iba el asunto poético. Trabajé con la medida hasta entender cómo se gesta el ritmo interno y que el verso libre es el más difícil de edificar. Escribí cientos de páginas buscando razones en mi poética e indagando en la forma para adaptarla mejor al contenido con el que yo deseaba poetizar… Luego lo pensé mejor, hasta que me di cuenta de que todo esto no es importante, que yo escribía mal cuando empecé y ahora lo hago peor, y que generalizar me mata, porque suelo generalizar con frecuencia.

En todo caso, a pesar de que ya he dicho que esto no es importante, sé que de las voces nuevas apenas quedarán un par de ellas, y eso con mucha suerte, para los anales literarios. Que nada tiene sentido si no hay vida delante, entre y detrás, y que escribir y publicar no es más que un ridículo afán de que te palmeen en el hombro mientras te engolas como un regalito de Navidad… Y que no merece la pena enfadarse por una tontería ‘tan patente’ como que una grandísima parte de la poesía joven es una pena con una falta patente de formación y con demasiadas tonterías nublando sus cabezas.

Yo fui parte de eso y sé de lo que hablo.

Digo.

Comentarios

  1. Quizá sabes de lo que hablas pero, la poesía no es fácil si se quiere transmitir algo.
    Jamás pensé en editar , creo que no tengo la calidad suficiente, pero me gusta escribir y lo hago cada día.

    Un saludo grande.

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