Después de los hermosos gestos de los que he sido acreedor en los últimos días (gracias, Hugo... gracias, Urah), debo confesar que he roto a llorar como un crío y me ha sido imposible retomar la lectura de Marianne Moore y de Wallace Stevens, autores a los que estoy dedicando los últimos días... así que decidí salir a respirar tranquilo toda la mañana para calmarme, tomé mi Nikon con un objetivo macro e hice este homenaje de color a mis dos amigos, el color del hermoso comienzo de la otoñada bejarana, tomado justo en los lugares que paseamos hace unos días Hugo y yo. Para ellos, para Hugo y Urah, quedan estas tomas mágicas que contienen toda la amistad que puedo darles.
Os quiero mucho.
Ya ha llegado tu otoño bueno, Comendador. El otoño del que tanto me hablabas.
ResponderEliminarSi hay que llorar se llora. Los únicos que no lloran son los muertos. Y tú estás más vivo que nunca.
Es usted un artista, sí señor (comendador).
ResponderEliminar