••• Me lo dije al levantarme, me lo dije... ‘no te levantes, coño, Felipón’... pero me levanté y me escogió la zíngara para sus desmesuras, y juro que era sábado, día de preguardar en el que los lunáticos se dedican a mirar lirios y los normales van al supermercado y luego se tumban. Mi libro de horas marcaba nítidamente en bastardilla “pintar y escribir”, pero los libros de horas no tienen poder alguno contra la zíngara, así que a joderse, que a las diez ya tenía visita nerviosa con memoria USB en la mano... “son solo cuatro cheques para imprimir en 100x45 centímetros y montarlos sobre cartón pluma o algo similar... los necesito ya, me harías un gran favor”... encendí el Mac grandón, conecté el USB y me descargué los cuatro documentos chequeros [que eran los premios para un certamen nacional de monólogos que se celebraba por la tarde]... los abrí, valoré a vuelapluma el tiempo que me llevaría y le dije al cliente que le llamaría en cuanto lo tuviera rematado. Se fue con sonrisa fel...