Tomé mi café vespertino gracias a la generosidad del eléctrico Zulfikar Sikandar –que me invitó amablemente… gracias–, junto al silenciosísimo Fadel tramado en un pantalón faldonero y con un guante negro de chaufer en su mano izquierda, y la bella Ana recién despertadita. No estuvo mal. Luego se me enredó la mañana con trabajos extras y urgentes traídos por la municipalidad colega, con la vorágine de la compra del mes y con algunos restos del naufragio semanal acostando en mi aturdida cocotera. Mañana completita, pues, y casi sin poder dedicarme a enredar en mi mundo. La calle anda ya tomada por la gente, y yo procuro encerrarme un poquitín. ••• Después de mear en mi esquina –en la que siempre tomo el cafetín postmanduca–, como dice un bejarano rijoso y con ganas de ser egregio, rebusqué entre mis papeles viejos y encontré una carpetona con un montón de intentos de poemas visuales, y recuperé algunos para dejarlos en el blog. Luego, entré sin más en mi mundo estupendo, y hasta ahora… •...
Bitácora de Luis Felipe Comendador