Día de Reyes con patatas rebozadas de mi madre [una delicia] y reparto de regalos al moderno uso del «amigo invisible» en la casa gris [me tocó caja de carboncillos y sanguinas] con Mada hecha un guiñapito y un juego de miradas múltiples con cierto rollo de que algo se está rompiendo. Vi y besé a Sara –mi Sara chuli– y a Nacho, a Pablo, a Miguel Ángel y Mercedes, a Claudia y a Julia... y a mis cuñadas [incluyo con afectote en este capítulo a Antonio G. Turrión]. Las faltas resumen que se van cayendo poco a poco los palos del sombrajo [para lo que, sin querer, Ángel sumó banda sonora Otelo o similar]. Y a mí me van dando ya un poco por el culo los Reyes Magos si no es para festejar a mis hijos y a mi santa esposa y reina mora [agotada, delgada, decaída, derrotada y vendida a hacer y servir comidas y a protagonizar constantes cambios de muda... como el resto de sus hermanas presentes y ausentes]. Y Ángel sin enterarse de lo que vale un peine, sin percatarse de que se va corrompiendo todo...
Bitácora de Luis Felipe Comendador