El otoño está siendo insultantemente bello este año en Béjar. Los tonos de la xantófila se mezclan con el verde oscuro y con los ocres de los árboles sin hojas y el conjunto me produce sensaciones que sólo sé sentir en este tiempo y bajo esta gama cromática... y si le sumamos la humedad, ya es todo pura lujuria. Tal circunstancia me pide escritura, pero soy una mierda y no me llega ni una palabra. Sólo sobrevivo en mis ejercicios de mantenimiento: sonetos malos para entrenar el ritmo, este diario que ya se ha hecho necesidad y algunos aforismos que llegan más del apretones al ingenio que de vómito creativo. La verdad es que ya me anda preocupando este silencio largo, este enorme paréntesis sin poder explicarme en pura incontinencia. Otras veces he sufrido este mal, pero con tanta extensión ni con tanta ansiedad. (17:15 horas) Comida familiar hecha de risas para celebrar el cumpleaños de mi padre, con los niños radiantes como nunca, con mi hermana feliz en escapadita urgente desde Sevil...
Bitácora de Luis Felipe Comendador