Corra como un sudor leproso y desguarde sin más la lépora del labio... dilátese y se estreche la glotis y se resaque en trago... sepúltese en la ciénaga del cuerpo donde el calor voluta... y luego, en otraveces, repítase hasta el sacio... Se me va la cabeza de este calor... y me bebo las cokes sin espacio, y me saco las chanclas, y piso el suelo gálibo buscando el frío lúbrico del baldosín balsámico, y siento como un tálamo la curva del tobillo, y hasta me siento sádico pensando en agua helada resbalando en lo pálido... primero en la cabeza, donde el cabello lacio; después del cuello al vientre con convulsivo pánico; luego el miembro y los muslos, deshilados calvarios... las rodillas, las corvas, las canillas de osario y mis pies indescalzos... Y borrar las ventanas (para borrar los rayos que las penetran sátiros), y apisonarme al suelo para sentirlo álgido... y no pensar en carne macerando un descanso, ni en fluidos golosos, ni en aboyados besos, ni en vaginas abiertas para lo desata...