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Mostrando entradas de noviembre 16, 2008

El mito de la desmitificación.

Me encanta del tiempo en el que vivo esa cosa torera de los postprogres [yo soy uno de ellos] de desmitificarlo todo con la trampa segura que eso contiene, ya que hemos hecho de la desmitificación un mito mayor a los ya existentes. Eso me gusta, me gusta mucho, sobre todo si lo uno a la sensación magnífica de estar viviendo un periodo de transición que deja ver en el horizonte unas consecuencias de cambio bestiales [ahora no sé si esas consecuencias serán buenas o malas]. De esta sociedad de la tercera revolución industral está naciendo un rápido cambio de paradigma, y sus síntomas son la sensación de crisis en todos los sentidos y la enorme incertidumbre que baila sobre nuestras cabezas. ¿Qué podemos aprovechar de este periodo de transición hacia un nuevo paradigma? Pues la riqueza de los símbolos y ese magro pedazo del mito de la desmitificación en todas sus vertientes. Me da que asistiremos [ya lo estamos haciendo] a un tiempo en el que la creación se desate y brille en todos sus ap

¿Dirán los labios lo que vieron los ojos?

Los días como estancias calientes, cerradas, no tienen pasillos para los amantes furtivos, ni salidas ciertas por las que escapar. Todo es un incendio en esos días, y hay sofoco y ciruelas… y cierto olor a suburbio en los temblores. Entonces, la piel crepitaba entre los cuerpos, como la hierba seca. Reíste a carcajadas y se abrió el mundo, pero… ¿dónde quedó tu esbeltez de ciprés, dónde el ascua y la pelliza que fue tu torso apretándome, dónde el candil de tus ojos, mi tegumento de todo lo amputado, el chorro canela de tus pechos indígenas, dónde el perturbador acaso de tu voz de zapato de charol y de aguja? Quizás ahora me pienses en el regreso de los garabatos, y en tus lacrimales mane un bolsillo húmedo donde guardar mi frente y mi perfil o una ventanita donde me asomes benigno y tuyo. Mujeres que vivís y morís en mi cabeza, que la habitáis como el tapir hasta lograr desbocarme… sabed que mi mentira es tan impúdica como vuestros desnudos, que mi musgo está hecho de vello genital de

Treinta y tres veinte enes.

Otro 20 N para homenajear al abuelo Felipe [ya van 33] y aún no he podido acceder a sus restos, aunque ya sé la ubicación de los mismos en el pueblecito de Los Santos [todo gracias al buen hacer de la asociación para la memoria histórica de Salamanca y al interés que se ha tomado Javier, el alcalde de Los Santos, por el asunto]. Me levanté bien agarrado por el catarrón que tengo, me duché y me puse una muda limpia, pantalón negro, camisa blanca y mi pajarita especial para concelebrar la memoria de mi abuelo. En la calle, como cada 20 N, todo el mundo me ha mirado rarito y sin entender nada, sobre todo porque me he paseado con la cabeza bien alta [siempre la llevo como escondida entre los hombros] y con una sonrisota de oreja a oreja [también suelo llevarla siempre escondida entre los hombros]. En el café hubo un arranque de chanza, pero al enterarse mis concafetanos de los motivos de mi indumentaria, les cambió el tono de las palabras y el valor de la sonrisa. Lo más jodido llegó a la

Esa Grecia de carne hecha.

Terminaba ayer escribiendo: “volver a la mujer es lo mejor que puedo hacer, despedazar esa Grecia de carne hecha que me ilumina entero.”. Y voy a ello. Presume de esa Grecia que eres, incluso ponte insoportable y haz pedazos mis plumas... satúrame en el pulso y organízame el próximo desastre entre tus glúteos sin molde posible, desacralízate buscando que te odie o que abra otro camino a borbotones, ponme horarios de cripta o asfíxiame encerrado en la limpia vitrina del salón –donde lucen los mejores anillos junto a esa kasbah tuya de objetos inservibles–… dame muerte en la red de seda o tiéndeme dormido junto al áspid… pero nunca me des indiferencia… Te bastas en el crótalo para dejarme ileso de ti, me amarras en conjuros y noto en mi interior la edad del árbol y el tiempo del quelonio. No te aseguro nada… pero repito tu dibujo y nunca hay horizonte. Hoy ya cayó la niebla. ••• Sigue la fiebre SBQ y hoy hemos dado algún pasito más gracias a José Luis y Guadalupe [mis architectes molones

Contentino...

Me he pasado los últimos cuatro días haciendo planes para nuestros proyectos solidarios, creando el nuevo blog, buscando información y pidiéndola, haciendo peticiones escritas de ayuda… y estoy contentino, pues hay entusiasmo alrededor y sonrisas amplias. Hablé esta mañana con José Luis Rodríguez Antúnez [el colega arquitecto que tenía en la manga para estos asuntos] y me confirmó a la primera su apoyo completo y su participación activa, indicándome que lo hablaría con Guadalupe [mi arquitecta favorita, que ayer ya me envió un mail ofreciendo ganas de hacer] y me harían una lista de necesidades para poder comenzar a hacer algo real. Me animó mucho también recibir un largo y hermoso mail de Mayca, el empujón siempre alegre de Marisa Molina, el ojo escrutador e inteligentísimo de Manuel Casadiego con su ‘vengavamos’, la intención preciosa de Bárbara y el apoyo determinado de Pedro Ojeda. Mil gracias a todos, amigos, por estar ahí, por prestaros a empujar con ganas [algún día os enviaré l

SBQ, nuevos proyectos solidarios desde Béjar.

Hoy, por fin, podemos dar un nuevo paso en nuestros proyectos solidarios. La Caixa, con una aportación económica importante, abre los tres nuevos proyectos solidarios de El Sornabique [dos escuelas de primaria en Gambia y Senegal y un centro de acogida para niños en Trujillo (Perú)]. Estaremos encantados de resolver vuestras dudas y de responder a todas las preguntas que nos/me hagáis. Con el fin de manteneros informados y que podáis seguir cada uno de nuestros pasos, he creado un nuevo blog del que dejo enlace en la columna derecha bajo el epígrafe “Nuestro blog solidario” [pinchando en ese enlace entraréis en el blog http://sbqsolidario.blogspot.com/, donde podréis informaros y decidiros a colaborar linkeándonos, adhiriéndoos como seguidores del mismo o aportando trabajo o algunas pelas perdidas]. Estoy convencido de que el avance será rápido y la ilusión crecerá cada día. Gracias por vuestra atención, amigos.

Quiero tirar el dado, pero no puedo.

Esta lujuria a trancos que es el otoño bejarano, me lleva del silencio más volátil hasta ese irme tan prófugo detrás de una melena o a quedarme satélite de la fiebre de árboles y hojas como en una insistencia invertebrada. Telúrico, divido en estos días todo lo sedentario entre esa cifra mágica y maligna que es el no haber viajado a México. Y me destiño, y me siento la espalda de los estambres muertos, como fracasado, igual que los gatos de angora en sus cojines, desierto como una casa vacía. Y todo se hace resta si miro a mi paisaje, todo cae lentamente y se vuelve traslúcido. Para intentar el láudano, persisto en esa técnica que me enseñó Albertito ayer [papel muy satinado, tinta china, presión y gestos tartamudos sobre la mancha…] y luego busco formas sobre las que atizar el dibujo que tengo en la cabeza. Siempre salen mujeres con pechos de cucurucho y pezones de embudo, con las piernas cerradas apretando su sexo con ese interrogante de qué habrá en mi cabeza. Sosiego si hago un hue