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Mostrando entradas de agosto 18, 2013

Ser otro...

Ser la copa para llenar o el viento... y este calor que abrasa... y los pernos del cuerpo que no pueden ni siquiera con lo cándido. Me gustaría ser otro, un otro decidido a dejar el mantel puesto en la mesa para que los pájaros se sacien con los restos, un otro al que no le preocupe si la luz quedó encendida toda la noche o se cerró la nevera... y decirle a alguien... ‘te mataré, cabrón’, como hacía Hank con Gibson en la página 134 de ‘La senda del perdedor’... me gustaría ser otro, joder, otro... no este ángel de cartón piedra que sabe perfectamente que el peor mal proviene siempre del que antes era bueno, no este tipo con oficio poético a ratos que encuentra satisfacción, se tranquiliza y se desinteresa... ser otro capaz de encontrar artículos de lujo entre los hombres y no entre las cosas, capaz de la juventud tardía e incapaz de trabajar en lo que no me guste... ¿por qué no lo soy?... si al final todo se resume en morirnos como perros asustados sin saber siquiera si cuand

La cobra...

Ser hombre como una sed y que todo termine siendo pantano cuando le sumas nombres a la pieza, que no sepas de qué va todo esto y por qué se aguanta cada uno su apretón sin decir lo que realmente piensa de los sucesos que le tocan. No me gusta nada el hombre, especialmente el que arma una moral y la impone sin más... y me gustan mucho menos quienes se adocenan en esa clave dada solo por la cobardía de no querer pensar. En fin, que así está el mundo del hombre y parece que no podemos hacer nada en el asunto. La cobra me miró de frente, sopesó la distancia, hizo un gesto y se lanzó a morder. ‘No hay solución’... dijo alguien al fondo... ‘tendrá que vivir siempre con la ponzoña nadando en su sangre de hombre’... Me vestí muy despacio, salí al mundo... y me percaté enseguida de que hubiera sido mucho mejor morir.