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Mostrando entradas de abril 12, 2009

Tratado de urbanismo con pez y tres colosas [un dibujo de hoy].

18 de abril de 2009 PARTE DEL DÍA PARA GUAPALUPE [DE ÍTACA A ITHACA] Yo no debo tener ese carácter mediterráneo del que hablas, Lupita, pues sería absolutamente feliz en Ithaca, sin pasear, sin tomar cañas con tapa –un cafetito, sí, claro, por dios, aunque me lo tuviera que hacer yo en cafeterita–, con una casita de madera bien iluminada [y con rincones oscuros para escribir] desde la que ver ciervos y ardillas y cascadas y agua... y que nadie me dirigiese la palabra cuando fuera a comprar [jo, qué pasada, y encima todo al 50% de descuento]... en fin... jo, y enseñando a estudiantes cómo se debe tramitar la vida desde mi punto de vista y cómo se debe escribir un poema [siempre sentía envidia cuando Ángel González me contaba sobre su trabajo universitario en Alburquerque, que era algo parecido a lo que te cuento... lo contrataron por ser un gran poeta para enseñar poesía y vida... eso es un trabajo, ¿eh? En esto los norteamericanos nos sacan veintisiete cabezas de ventaja, que pillan

¿Unidad?... qué putada.

17 de abril de 2009 Me pregunta una coleguilla hermosa sobre cómo darle unidad a una colección de poemas, y publico mi respuesta por si le sirve a alguien o hay quien quiera sumar o restar algo a lo que le he escrito: ¿DARLE UNIDAD A UN POEMARIO?... qué putada. Hay mil formas de ‘intentar’ darle unidad a un poemario, pero muchas son como esas balas de fogueo que ni matan, ni hieren... y a veces ni asustan. En fin. La historia debe partir siempre del método de trabajo que se utilice, Veamos: Si partes de una idea clara y bien definida [hablo de contenidos] y le buscas todos los flecos posibles, desarrollándolos, conseguirás que exista unidad de partida y apenas sea precisa otra preocupación que la de conseguir esos flecos con cierto enfoque. No hay problema de unidad. Si partes de un planteamiento de forma, independientemente de que tus creaciones traten temas diversos y distintos [un sonetario, por ejemplo], tendrás también coseguida esa idea de unidad, que puede reforzarse más si acum

No saber ya es algo.

16 de abril de 2009 Mientras todo se deteriora a mi alrededor como llegan las nubes de las nuevas borrascas, voy aprendiendo que no saber ya es algo, que el rito medular de lo inexorable es como esas campanas de las iglesias que suenan cada hora, pero voy hacia Ítaca sin volver la vista atrás más que cuando descanso, y el camino es duro a veces y otras veces extremadamente dulce. Mi Lupita García [la mismita Guapalupe] anda también en este viaje a Ítaca, y lo hace por USA con sus ojos de asombro y ese blues de grillito que la suele poner en movimiento con la sonrisa amplia, como la Amanda aquella del indito Víctor Jara. Está mi amiga hoy exactamente en Ithaca [je, je], después de pasar NY y tomar algunas imágenes que le pedí antes de su marcha [ya sabéis que me encanta el periplo extranjero de mis amigos, contarlo y dejarles notita de los días en su lugar de siempre]. A ello. PARTE DEL DÍA PARA GUAPALUPE [DE ÍTACA A ITHACA] Nevó a primera hora en estos predios, Guapalupe, como nieva en

Trenzar tu cabello.

15 de abril de 2009 Trenzar tu cabello y destrenzarlo como un oficio nuevo para este cambio de parámetros sociales y económicos... licenciarse en trenzarte el cabello durante toda la vida y hacer cursillos de capacitación en ponerte pasadores y quitártelos, en peinarte y despeinarte, en mojarte el pelo en la palangana blanca de porcelana, en secarte con ímpetu y toallas, en rizarte y alisarte, en descubrir tu nuca bajo un moño o en hacerla danzar con una coleta alta... Secar tu cuerpo recién salido del baño y perfumarlo como un trabajo imprescindible para este nuevo mundo que asoma, porque los tiempos están cambiando... secarte el cuello como pulir un mástil, las axilas como rebañar los cuencos de la mejor comida, los brazos como barnizar las alas del ángel... secarte los pechos como se pasa un paño por las tulipas globulosas del dormitorio, el vientre como se da la cera en el parquet, las caderas como se pulen los lomos de un laúd recién lijado, las ingles como entra la lengua golosa

Peruana con bollitos.

La mujer peruana subía ayer por la cuesta de Las Armas con una bandeja de bollitos y sonriendo como una virgen maya. La saludé, como hago siempre que la veo, y me contó que iba a celebrar la Semana Santa fuera de su tierra junto a otras amigas latinoamericanas que residen en Béjar por esas duras razones de la vida, iban a comer juntas y cada una pondría un manjar para la celebración. Sus ojos brillaban como si quisiera llorar, pero no lo hizo. “Tengo suerte, pues aún mantengo mi trabajo”, me dijo cuando le pregunté por cómo le marchaban las cosas. En este predio del Oeste de España cada día son más los inmigrantes que pierden sus trabajos –también muchos nativos nadan en las mismas aguas turbias–, hasta el punto de configurar un drama que nunca conocí. Conviviendo con ellos hemos aprendido a ser mejores, a entender lo que fuimos –nuestros padres supieron en carne propia lo que es poner distancia para salir adelante–, a ubicarnos con más nitidez en un mundo que no debiera admitir difer

Sol de aquí [un dibujo de hoy].

12 de abril de 2009 La ciudad es un monstruo que no quiero habitar, y por eso me escondo bajo la luz directa de la bombilla de mi estudio, y me arropo en mi silla ataúd para intentar huir... o quedarme vencido... no sé. Anoche salí a cazar imágenes de la gente tragada por la ciudad pequeña en la que habito... una marea humana seguía los compases de los pasos falsos [pesas falsas] de la Semana Santa y yo andaba buscando presas como un depredador... gestos perversos, poses ridículas... pero no pude captar ni una sola toma porque la ciudad me rindió y sentí miedo del hombre, de los hombres. Todo es doblez y daño, puñal y bocanadas de un aire sucio... todo es falso y perdura. Volví a mi luz directa como buscando oxígeno, pues no aguanto la sed de todas esas almas pérfidas con máscaras de santos y vírgenes... la religión somete y alimenta rencores y miedos terroríficos... es falsa de raíz y busca mentes propicias a su negocio infecto, y la ciudad acoge su estrategia, igual que los políticos