Cuando se esfumó Venezuela, atravesando el cielo raso de mi estudio como un gas inexistente, merodeé por algunos de los blogs que sigo habitualmente y no me encontré maravillas, así que pasé por encima de casi todo, aunque recalé en uno que me hizo daño de verdad y me va a hacer reflexionar sobre plantearme algunos cambios en mi historia bloguera –y también en mi historia real–... no se sabe medir –ya lo escribí hace un par de días– entre lo real y lo virtual, y las consecuencias pueden afectar a personas que no tienen nada que ver con estos cuentos chinos informáticos que tanto entretienen a quienes pierden los parámetros de eso que se llama “pisar la calle”. A ver, yo, desnudo, sin ropa que me cubra y que me esconda, soy exactamente yo... si me pongo unos gayumbos de lunares rojos, sigo siendo yo, pero los gayumbos dicen cosas de mí a otros ojos, y esas cosas ya no son yo, son la idea de mí que percibe el otro sin mirar mi cuerpo, pues sus ojos solo enfocan a los lunares rojos... si...
Bitácora de Luis Felipe Comendador