Lamer la mano hasta que quede blanda, como si lamieras una herida, pero sin herida... incluso como si lamieras la mano, pero sin mano... o buscarte mujer en los pliegues del cuerpo para encontrar de una vez el secreto que de puro iguales nos hace distintos, para entender de pronto lo que nunca pudiste entender. La mesa puesta... los platos preparados con su brillo de platos... los cubiertos dispuestos sobre la servilleta... un frutero con naranjas en el centro... y las sillas, como ataúdes diarios, esperando a su muerto... Miro la mesa y me quedo abatido, cada día, cada comida, cada cena, cada desayuno... y no presiento esporas capaces de cambiar esto como debe cambiarse... entonces me voy al baño, me encierro, bajo mis pantalones y me siento en el váter para pensar, que es como mejor pienso, y hago mi lista repetida durante meses: Sanidad: universal, coño, universal. Alimentación: completa y para todos, coño, para todos. Formación: obligatoria y gratuita, coño. ...
Bitácora de Luis Felipe Comendador