ENTRE VÓRTICE Y GURUÑO. Ya andaba yo entre vórtice y gurruño cuando llamó el ciático a la puerta. Le dije que no estaba, pero, sin más, se alojó entre la rodilla y el costado, pasando por la ingle, y lo hizo como entró Pedro por su casa. Así pasé de lo derecho a lo torcido y de lo recto a lo quebrado. Fue entonces cuando reaccionó esa zona de mi cerebro en la que habita la atención, y de atender a lo exterior con ganitas pasé a poner foco constante al costado derecho, a la cadera derecha, a la ingle derecha y al interior del muslo derecho. Luego apareció esa cosa genética que heredé de mi madre: "si te duele, te ríes"... Así que entre risa y risa empecé a hacer esa rara ceremonia (que es como un galanteo de las aves del paraíso) de sentarme y levantarme con giros extraños y con esos 'sí, pero no' tan comunes a los ciáticos. Como soy un cliente fijo del pinzamiento molón y ya sé cómo encontrarle las cosquillas al asunto, paseé con cuidado por la imprenta –siempre ap...
Bitácora de Luis Felipe Comendador