Fue aquella mirada o no sé, pero a los ojos me llegaron especias y falditas plisadas conteniendo una carne reciente, coletas con cintillas de raso y pasadores de colores al tono con los bolsos de mano… y me vino como un rubor parejo a ese que sentí al ver a la camarera con su tanga atigrado asomando bajo el pantalón de faena en uno de sus agacharses… sí, fue la mirada, estoy seguro, y con ella la realidad entera en fotogramas rápidos… el café y luego el beso para cambiar salivas en las ruinas amplias del instituto viejo, Sandino en una foto sobre un caballo raro y pequeñito, Aute y Ana María Drak cantando bajito para los doce rebeldes que andábamos hablando de cambiar el mundo por aquellos días –fue en Salamanca y ya no recuerdo cuándo ni cuánto tiempo hace–, los textos infumables de un Marx que era el orgullo más Cafrune sin caballo y en Montiel, la turba corrida a golpes por los ácaros del General en sus últimos días y los besos con sabor a libertad y sexo prometido… claro que fue a...
Bitácora de Luis Felipe Comendador