Ayer andaba yo mercadilleando jaranero y animoso, cuando se presentó el Halcón Callejero con una caja llena de tomates de su huerta y se plantó delante de mi puestito con intención de venderlos. Dejó la caja en el suelo y, como suele hacer con la frecuencia que le da el vinorro, comenzó a hablar solo con una interlocutora inexistente... “ ¡Señooooraaaaa!, qué tomates, ¡señooooraaa!, traídos ahora mismo de la huerta del Halcón Callejero, los mejores tomates del mundo, ¡señoooooraaa!, cuidados uno a uno por el Halcón Callejero, yo mismo, para usted ”... y cogió uno y lo partió al medio con su navaja mientras le ofrecía una de las mitades a la señora inexistente... “ pruebe, ¡señooooraaaa!, es lo mejor que va a meter en su boca hoy, ¡señoooooraaaa!, se lo dice el Halcón Callejero... ¿cómo?, ¿que no quiere?... me cago en la leche, señoooooraaa, no se puede decir que no a un tomate de la huerta del Halcón Callejero, coñooooo... tome, ande, señooooooraaaa, pruebe... ¿qué?, ¿a que es lo mej...