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Mostrando entradas de julio 5, 2009

Desde los fondos del pantano...

10:36 horas. Llego desde los fondos del pantano de los malentendidos y cansadito ya, pues he tenido que madrugar en sábado [esperaba dormir para quitarme este cansancio que llevo pegado al cuerpo como un sudor], y todo porque había que desmontar las dos exposiciones extremas antes de la fecha programada, para que mi amigo Miguelón pudiese colgar las suyas blueseras. Me ayudó Mª Ángeles y lo hicimos rapidito. Ya hacía calor. Hacerlo, desmontar las exposiciones, me ha dejado cierto regusto de restos de naufragio [nada termina nunca hasta que otro asunto empieza]. Retirado el pecio, corrí a mi cueva para encerrarme un ratito y flipar con mi cámara web haciendo el ganso [le saco resultados a este enredar y, por cierto, ahora los estoy subiendo –los resultados- a un blog específico –pipecomen.blogspot.com–]… pero no hay sosiego posible siendo imprentero, pues siendo sábado, y teniendo la imprenta cerrada por fin de semana, he tenido que atender a dos parejas de novios que querían ver tarje

Oriente...

Oriente… como una trapisonda o ese sabor a albaricoques y a especias… todo está en el frutero, después de los platos centrales del almuerzo, cuando ya me siento saciado… y mirar a mis hijos con esa rabia de saber que se alejan y les crece la voz… están sanos y fuertes… han aprendido bien el trámite del dado y saben que hay un prójimo al que echar una mano, como que hay manos crispadas blandiendo mil puñales con sus filos… Oriente en esta ropa liviana de verano, en estos pies trazados por la vida y por las venas que ahora enseño desnudo tras el marco de las chanclas… Oriente de sudor y de humedades, de muertos nuevos que no importan o que empiezan a importar un poquitillo… Oriente en el arroz frío con gambas, en el color canela de alguna piel deseada, en el orto y sus tonos imposibles… Oriente en la clavícula, en la cruz de una espalda presentida, en un rozarse a tientas o en un gemir de oídas… Oriente en la mandíbula o entre los premolares, en los labios resecos, en la risa como de vac

No era del sonido ni de la luz de allí.

Hoy recibí paquete de Chester del finado don Claudio desde Zamora –me está gustando que se acuerden de mí mis poetas muertos y me envíen tabaco–. Gracias, Clau. Sé que cambiar de ritmo y estar solo es jodido, que mudarse de ciudad y de calle y de casa y de cama y estar solo… es jodido, que abrir trochas de nuevo cuando ya tienes años y estás solo es jodido, que despertarse y entrar en la ducha y salir de ella y tirarse a la calle y estar solo es jodido, que esperar y que nada se convoque en tu espera y estar solo es jodido… pero a veces lo mejor de todo consiste en estar solo, en lo depender más que del latido físico e interior y de las ganas. Tengo una amiga chuli, a la que quiero mucho, que me hace presentir que está en esa rama alta en la que puede verse el mundo como un descubrimiento… o el vacío. Verás, amiga, no tiembles, no te dejes llevar por la angostura rara de los días con gente, no te encierres en ser lo que tú quieras metida entre tres líneas bien trazadas, no te empeñes

Yo me voy a dormir...

La realidad diaria es un lugar inhóspito al que se vuelve siempre después de vacaciones –yo este año no tengo por boba imposición de Caja Duero–. En ella habitan tipos con longitud de sables, mujeres despeinadas que friegan los portales, niños con mocos, caraduras con traje y dos tortillas grandes en sus grises sobacos, cabrones con un cuerno, dulces vencidos lánguidos, alimañas con ojos de pantera, vendedores de nadas, cacatúas, muertos de hambre con la nevera llena, hijos de puta finos con cartera… a todos les deseo las visitas constantes de agentes de seguros y parejas de mormones vestiditos de negro como cuervos. Yo me voy a dormir… a ver si sueño. CANCIONES PARA LORENA: Lluis Llach marcó mi tiempo de universitario a fuego... y esta canción en especial me llevó muchas veces a intentar poemas... es deliciosa. Está basada en un hermoso poema de Kavafis del que te dejo traducción: Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca debes rogar que el viaje sea largo, lleno de peripecias, lleno de e

Chispitas de mi cuaderno.

La verdad es que nunca supe acercarme a una definición de la poesía cuando debo anotarla fuera de los parámetros de la soledad y la individualidad [en ellos sí sé definirla]. El caso es que realizamos un encuentro poético y, a pesar de que me tocó pechar con la intendencia [lo que me hurtó de asistir a muchas lecturas y a una de las mesas redondas], tomé mis propias notas a base de buscar las impresiones de los amigos que pasaron por aquí y pillar otras a mi bola. De mis notas, la verdad, no saco ni un solo dato para esa definición buscada, pues termino quedándome con los hombres y los nombres antes que con los indicios poéticos [eso cuando hay presencia física, como ahora la hubo]. Es por ello que quizás no sea una mala idea dejar algunas de las anotaciones veloces que durante estos días he hecho en mi cuaderno [son sic, ¿vale?]. 1. La amistad es una pesada carga para darle valor verdadero a la poética de un colega… equivoca y engaña. 2. Conocer a un poeta suele ir en detrimento de su

Un encuentro de ojos...

Fue, definitivamente, un encuentro de ojos este ‘Voces del extremo’ en el que me he quitado algunas legañitas y me he puesto varios litros de alcohol con Coke… un encuentro de ojos en el que me he desmedido hasta quedar medio acabado… pero feliz. Fueron los ojos vivarachos de Marisa con cierto versillo asustadizo en las pupilas y un nosequé de asombro que me dejaba entre acobardado y padrecito… los de Mayca y Belén con su rimmel haciendo marco espeso y bellísimo [cuatro ojos Chagall… para morirse]… los de Albertito Pérez jugando a la expresión y a la sorpresa [los ojos más inteligentes de este encuentro junto con los de Antonio Gómez]… los de mi Joana Brabo inyectados de lágrimas como diamantes puros [me las guardé aquí adentro y las tendré por siempre, Joanita guapa… ¿sabes que cuando te miro parece que estoy mirando a mi hija?]… los de la dulce Esther tan llenos de sosiego y tardes blandas… los de Concha con su afilado flus alucinado… los de Marina [tercos… y tan dulces a veces]… los