La mediocridad anida en la astucia siempre, pero los astutos salen adelante porque se mueven muy bien por los caminos del dinero, ese contravalor que nos hace pensar en que quien lo busca con fuerza es capaz de hacer cualquier cosa por conseguirlo. Y una «cualidad/calidad» del astuto, si así puede llamarse, es su insolidaridad como camino hacia sus metas. Mientras que el término «solidaridad» anuncia siempre una unidad de fondo en la que todas las partes se ajustan y se apoyan, equilibrándose; la insolidaridad tiende fundamentalmente a una división de la que extraer resultados particulares sin medir lo que supone de privación al otro. Vivimos, pues, en una sociedad de mediocres astutos, en palabra llanas: en una sociedad de hijos de puta que no dudan en someter a sacrificio y penuria a sus iguales sólo por/para llegar a sus metas... y de este absurdo nacen los partidos y los partidarios, los intereses y los interesados, los ricos y los pobres, las desigualdades y las injusticias. La in...
Bitácora de Luis Felipe Comendador