El viernes pasado, antesdeayer, falleció Talón, un muchacho con el que pasé algunos días magníficos en mis tiempos de joven con barbita escasa. Él pertenecía al grupo de amigos de Pepe Rico, el hermano pequeño de Gerardo –mi amigo del alma– y todos [el grupo de Pepe y el de Gerardo], a pesar de la diferencia de edad, nos reuníamos durante tardes enteras de juegos y risas en ‘The Boris’, nuestra casa club compartida [el mejor sustituto de la cochera de siempre]. Talón era vivo, inteligente, avispado y absolutamente ocurrente... y todo lo llevaba con una elegancia muy particular que siempre consiguió hacer que pareciera mucho más mayor de la edad que llevaba. El tiempo, como hace siempre, se encargó de poner una distancia extraña que acabó en el simple saludo educado y en el cruce de alguna sonrisa... y también algún malentendido traído por el trasunto político [no con él, sino con su esposa, que hace unos años pasó a tener representación pública]. Hace como tres meses, mientras estaba ...