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Mostrando entradas de septiembre 6, 2009

Pelagateces.

• Las tentaciones existen para que los inocentes dejen de serlo. • La pasión consiste en intentar repetir un número infinito de veces una acción que te ha sido agradable… o absolutamente desagradable. • Soy de lo que me rodea porque lo que me rodea me hace y me da forma/formas. • Los maniqueos lo tienen todo clarísimo porque no han aprendido a dudar. • Cuando sepas lo que está muerto en ti, empezarás a tomar consciencia de lo que aún late… y podrás utilizarlo. ••• En un altar la rusa, el bocadillo, la mentapoleo, el cable del teléfono sin cable… manos libres… ¡¡¡eso nunca!!!... y que llegó una de las niñas del press world bejarano para pedirme un ejemplar de la edición última de Voces del Extremo, y que le expliqué que no tenía, porque se entregaron todos en su día [a ella también, con un extenso dossier sobre el encuentro, pero lo ha perdido… mala suerte], y que le pregunté que para qué lo quería, y que me dijo “es que se han escrito ahí unas cosas muy feas”, y que le dije que si sab

En el mar de lo inmediato.

Lo estético navega siempre en el mar de lo inmediato y tiene marcado su final en una suerte de desesperación que consiste en saber que ya no se puede esperar nada y, sin embargo, se continúa esperando… y el esteta vive en campos sensuales en los que el deseo y la huida del dolor son mercaderías diarias. Cuando el esteta comienza a ser consciente de que le ha llegado el puntito justo de desesperación, es exactamente cuando su estética pasa a convertirse en una ética que le viene a sostener hasta que todo acabe… así, el esteta empieza buscando el “placer” y evitando como sea el dolor, y siempre lo hace desde lo particular y desde lo excepcional, y, cuando llega a la ética, se asienta en el valor del “deber” buscando estabilidad, acomodándose en una moral… este viene a ser, a grandes rasgos, el planteamiento existencial de Kierkegaard [he pasado de anotar la última etapa de la existencia, la religiosa, porque me repatea y no la comparto]. Y desde este planteamiento intento mirarme hoy e i

Vuelta al cole.

Otra vez los horarios escolares, el lío de las matrículas, comprar los libros y el material escolar, la ropa de otoño/invierno [que los críos crecen como leones]… y las buenas intenciones que ya sabemos todos que no se cumplirán… que si voy a estudiar más, que si llevaré los apuntes al día, que si haré fichas de las asignaturas… los hijos son en estos días una mezcla de alegría y de temor, un compendio de buenos propósitos de enmienda y más dosis de fe que el Alcoyano. Este año nos ha tocado tomar algunas decisiones de futuro que marcarán los días de Felipe, pues ha tenido que escoger un camino del que ya no podrá apartarse si continúa con éxito sus estudios. Yo le recomendé que tirase por el camino de las Humanidades, que se metiese en Latín y Griego, en Filosofía y Literatura… pero él, tan cabezón como yo lo fui en su día, ha decidido taxativamente que quiere deambular por las ciencias puras [yo me temo que él solo se ha puesto unas banderillas cabronas en los lomillos, pero es s

Las cosas son como son...

Las cosas son como son, independientemente de que yo sea como sea. La verdad serena es que, a mi edad, ya se me han ido las ganas de estar en las peanas y, sobre todo, de viajar a los saraos literarios o de buscarme la vida con algunos editores o con ciertos popes literarios… tengo pereza y estoy cansado… y no quiero ser más de lo que soy de cara a quienes decidan mirarme, ni tengo ganas de discutir como lo hacía años atrás. Me limito a hacer –mal o bien– y a decir lo que me apetece decir –con razón o sin razón–. Estoy siempre para quien me quiera y nunca para quien no me quiera, y eso me basta. En fin, que no busco reacción, entre otras cosas, porque no me interesa nada y me apetece menos. Sé que soy Luis Felipe Comendador Sánchez, un tipo con problemas reales absolutamente prosaicos que intenta pasar los días que le restan con cierta sensación de libertad individual y sin dejarse piel innecesaria en el camino. No he hecho mucho más en la vida que no sea intentar pasar el trago, que l

Jo, no quedan bombones...

Jo, no quedan bombones helados en la nevera y tenía ganitas, esas ganitas rojas que me llegan a veces como escándalos… en fin, Coke caliente. Y que son días de festejo por la zona, y me pongo entre agrio y medio tontino porque no encuentro aparcamiento y el gentío me asusta y el ruido me molesta y la bebida sobra en esa jodida musa de los muchachos que los lleva a la ebriedad más gansa sin motivos razonables… pero sigo el camino y salgo al purulento observatorio de la noche para tomar notitas en mi agenda de tipo insoportable: • Como nadie hace nada, será mejor beber. • Este absurdo de hoy es el vacío de las calles de mañana. • Me basto sin que estéis. Ése es mi oficio. • La Virgen llena la calle de borrachos… será que Dios es vino. • ¿Por qué las chiquillas de 2009 parecen prostitutas de 1970? • Algo hemos hecho mal… ¿serán las hamburguesas? • ¿Hacia dónde se dirigirán vuestros pasos, muchachos, después de la última mentira? • La verdad llegará con su fuego pasado mañana… y no será po

Jean Baudrillard

“¿Qué ángel llevas oculto en la mejilla?”, me preguntó, y me miré las manos manchadas de carbón… solo se me ocurrió ponerlas sobre su camisa blanca para sentir esas albricias locas de un cuerpo masculino… El tipo era bajito, pero miraba hondo y no encajaba en el paisaje del Queensborough… y yo lo deseé tanto como una huida, igual que a la muerte por las tardes, doblado ante los montes de carbón, cuando el trabajo me deja tumefacto deambulando por las calles y fumo cigarrillos liados para salvar el tráfago azaroso de la muerte… ••• Contaré un secreto que tiene mucho que ver con mi escritura… pero, ojo, es un secreto… así que no se lo digáis a nadie. Soy, desde hace unos años, un fanático frenético de frenopático de la obra visionaria de Jean Baudrillard… me fascina su curiosidad extrema, aquel encenderse un cigarrillo tras otro mientras conversaba [yo lo imito al dedillo en esa fragua], su pasión acerada por los desiertos, lo dejado de lado que le tuvo la intelectualidad durante una cab