Ezra, a pesar de su pensamiento fascista y antisemita –me alegré de leerlo antes de conocer su pasión por Mussolini–, fue capaz de poemas mágicos y, sobre todo, me embelesó saberle miembro de la Generación Perdida ... aquello me impactó cuando era jovencillo... ‘ hostia, tú, ser miembro de la Generación Perdida ’, le decía a mis amigos más cercanos, a los que tenían afición a la lectura, como yo la tenía... y luego... ‘ fíjate, si fue colega de Tzara, de Duchamp, de Léger... un tipo con esas amistades debía ser como un dios... un dios menor, sí, pero un dios ’... esos indicios eran parte de mi pasión por la literatura, pues en ellos veía la aventura nueva, esa aventura que antes radicó en Salgari o en Verne por lo patente de sus historias... y la aventura nueva consistía en pertenecer a algo minoritario y escondido... y rozarse con tipos realmente apasionantes... por aquella época –mis primeros años universitarios– solo podía ‘r ozarme de vista ’ con Aníbal Núñez o con Manolo D...
Bitácora de Luis Felipe Comendador