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Mostrando entradas de junio 3, 2007

Arquitectura de un viaje a Lucena.

Con el viaje recién cumplido, vuelvo a tomar posesión de mi espacio como con avaricia, porque ya he aprendido que lo que más me gusta es ‘volver’. Salí tan temprano como se le antojó al despertador del Barça que los Reyes Magos le echaron a Guillermo este año, pues no quiso sonar a la hora prevista y el asunto me torció un poquito el orden de salida. No importó, porque siempre me gusta ir sobrado de tiempo a los sitios y logré despertarme y acicalarme a una hora que no implicaba un retraso importante. Muerto de sueño, arranqué mi coche a la vez que encendía el primer cigarro del viaje [fue un viaje de humo y soledad acompañado por el último disco de Sylvie Vartan repitiéndose durante 543 kilómetros]. Y amaneció en Sevilla con la jodida incertidumbre de si tenía que pillar la salida hacia Granada o la que indicaba dirección a Córdoba. Escogí bien [la de Granada], pero no estuve seguro hasta que me detuve en una gasolinera cercana a Estepa. Desde allí, camino franco hasta el hotel HUSA d

El temor al viaje.

Salgo esta noche camino de Lucena y estoy absolutamente ilusionado por encontrarme con Manolo Lara Cantizani, con José Luis Morante y con Joan Margarit. La espera del viaje me pone cada día más nervioso. No me gusta salir de mi agujero para exponerme en la carretera a mis carencias de atención y a las burradas de los demás. La verdad es que no corro, no me gusta nada correr, pero en cada salida me encuentro en múltiples situaciones que me hacen pensar en mi familia y en mí mismo. Es por este miedo al viaje por lo que voy declinando cada salida literaria que me ofrecen, lo que hace que, también cada día, me aleje un poquito más de esos círculos literarios en los que se mueven la pasta y las influencias. Lo echo algo de menos, pero prefiero mi segura soledad bejarana. (15:32 horas) Si te acostumbras a trabajar en categorías simbólicas [me refiero al trabajo literario], llega un momento en el que no sabes diferenciar entre la realidad y el valor de los símbolos, hasta tal punto que tu cre

Desde el fracaso puede se puede partir a cualquier lugar.

¿Quién atenta más contra mi libertad que yo mismo? Nadie. Es curioso cómo me cierro caminos y cómo modero mis opiniones y mis actos sin que medie otra cosa que la jodida conciencia. Mi conciencia: una mordaza. ••• Renunciar ante la imposibilidad es engañarse, pues la renuncia implica capacidad y contra la imposibilidad no existe capacidad alguna que no sea el autoengaño y el engaño a los demás. ••• Fracasar en ‘literatura’ [tal como se entiende en estos días] es un gran paso en tu carrera como literato. ••• Quien guarda la pasión solo para la cama, puede ser un magnífico follador [es raro], pero nunca será un hombre satisfecho. ••• El triunfo es el primer signo de la derrota. ••• Para tener calidad humana hay que ser decididamente imprudente. ••• Que alguien me indique la fórmula química del remordimiento para, así, poder inyectarle tal específico a toda la jodida humanidad. ••• La juventud siempre es un error a toro pasado. De Tontopoemas ©...

Sobre el hermoso calor de los fantasmas familiares.

Hay una feliz coincidencia que me hace retrotraerme en el tiempo en muchos momentos de mis últimos años. Por circunstancias de trabajo [y de amistad y buen rollo] visito con frecuencia el estudio arquitectónico de mi amigo José Luis Rodríguez Antúnez, una gozada fruto de la estupenda rehabilitación realizada en el edificio antiguo que adquirió hace unos años [me encanta entrar en esas estancias y sentir el pasado que emana de sus paredes]. Pueblan en este tiempo las oficinas y los salones jóvenes profesionales con una estupenda proyección de futuro y muy buena disposición a la sonrisa y a recibir bien al que por allí aparece… pero también hay fantasmas, unos fantasmas entrañables que sólo sé ver yo, pues pertenecen a mi pasado. Hay un fantasma adusto, severo, con bigote, al que temo en tono bajo y del que procuro alejarme cuando le noto cercano… otro femenino, entrañable, familiar, como una madre dando la merienda a sus hijos durante una tarde de verano… uno más que convoca la admiraci

Galería de profesores estrafalarios.

Estoy hilvanando mi intervención en el IES Miguel de Cervantes, de Lucena, para el próximo día ocho y, repasando mis últimos poemas escritos [“Galería de profesores estrafalarios”], caigo en la cuenta de lo que le debo –para bien y para mal– a esos tipos que tuvieron que aguantarme a mí y a mis compañeros de estudios durante un buen puñado de cursos. Le daré hoy un repaso al recuerdo. • Don Sabino [cura salesiano (+)]: Era el pavor absoluto mientras impartía su asignatura de Lengua o en las jodidas clases de canto que se desarrollaban en el tétrico coro de la iglesia del centro escolar. Se ponía rojo de ira ante un pequeño fallo o un gallito soltado en el ‘Dios te salve…’, se le inflamaba una vena en el cuello y te daba de comulgar unas hostias a mano abierta que te dejaban su mano marcada en el rostro durante un par de horas. No me enseñó nada útil, porque el miedo que le profesé se extendió en mí para joderme muchas noches y algunas madrugadas. A veces sueño con su cara de torturador

Sobre el placer y el dolor [respuesta a comentario del día 2 de junio]

Dos conceptos que vibran en la misma cuerda son, por fuerza mayor, unidad inseparable, independientemente de que cada uno de los conceptos ocupe un extremo distinto y, por tanto, se consideren opuestos por valoración. Yo no puedo igualar categóricamente mi máquina de encuadernar en estado de reposo con el amor que siento hacia la mujer que quiero, aunque adore a mi encuadernadora porque cumple una función que me propicia estabilidad, pero sí que sé considerar con valor de verdad que la disminución del dolor es placentera, tanto como que la pérdidad del placer es dolorosa. Es un juego muy similar al de la temperatura [frío/calor], en el que la variable en grados hacia arriba o hacia abajo nos propicia una sensación distinta y enfrentada, arbitrando reacciones absolutamente opuestas… pero no deja de ser temperatura. Convocados el placer y el dolor en la misma línea de vibración, el juego consistiría básicamente en buscar un equilibrio en el que no fuera posible el exceso [ni el de placer