Hacer como referencia para la propia vida, para suponer que se ocupa un lugar en el mundo –no necesario, pero sí contingente (?)–... Hacer para parecer y terminar siendo la justa lágrima. Nos empeñamos en llenar la vida de cosas y de artificios para autoconvencernos de que la estamos viviendo con cierto provecho, y apenas aprendemos a aceptar el dolor como se acepta el triunfo y la alegría. Debe ser cuestión de educación –ésa que se imparte en las escuelas– el que nos olvidemos casi genéticamente de nuestra fragilidad como habitantes de un mundo inexorable que pasa de nosotros y pasa por nosotros como le da la gana. Y el artificio con el que pretendemos engañar al mundo es al final la causa principal de nuestro fracaso como grupo. Mientras, centramos nuestra total atención en la cosa social olvidándonos del medio y olvidándonos también del pensamiento... Sí, sé que mis palabras hoy son grandilocuentes, que me disperso en temas a los que no atino a acertar ni en su periferia, pero es qu...
Bitácora de Luis Felipe Comendador